El Papa cerró este 2015 como un año de avances en su reforma a las estructuras del Vaticano, pero también como un periodo en el cual se han manifestado resistencias que cuestionan su labor de gobierno.

Junto con el consejo de cardenales que lo asesoran en la conducción de la Iglesia católica, conocido como “C-9”, Francisco se reunió en varias ocasiones en los últimos 12 meses y con ellos delineó el perfil de la nueva Curia Romana.

Además avanzó en cambios concretos: en octubre anunció la fusión de tres oficinas vaticanas en una sola “congregación” que unirá los actuales pontificios consejos para los Laicos y para la Familia con la Academia Pontificia para la Vida.

Antes, en junio, había dado a conocer el establecimiento de una nueva Secretaría de Comunicación del Vaticano, que sustituyó al Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales y poco a poco comenzó a asumir el control sobre todos los medios y oficinas relacionadas de la Santa Sede.

Se trata de la Radio Vaticana, el diario “L’Osservatore Romano”, la Librería Editorial Vaticana, la Sala de Prensa de la Santa Sede. También controla otros servicios relacionados como los perfiles del Papa en las redes sociales como Twitter, Instagram y Facebook.

En este contexto, el pontífice decidió nombrar a un periodista estadunidense (ex corresponsal de la cadena Fox y de la revista Time), Greg Burke, como vicedirector de la sala de prensa, “número dos” del vocero Federico Lombardi.

También en junio, ordenó la creación de un tribunal específico en el Vaticano que se encargue de juzgar a los obispos que hayan incurrido en negligencia u oculten denuncias de casos de abusos sexuales contra menores.

El impulso reformador le granjeó malhumores, molestias y reacciones extemporáneas. El mismo reconoció las resistencias a este proceso renovador, que se mantienen dentro y fuera de la Iglesia. Así lo dijo en su mensaje de fin de año dirigido a la Curia Romana, el pasado 21 de diciembre.

Sostuvo que “las resistencias, las fatigas y las caídas de las personas y de los ministros representan también lecciones y ocasiones de crecimiento y nunca de abatimiento”.

“Son oportunidades para volver a lo esencial, que significa tener en cuenta la conciencia que tenemos de nosotros mismos, de Dios, del prójimo, del sentido eclesial y del sentido de la fe”, agregó.

Resistencias que tuvieron tres picos en este 2015: en junio la publicación de la carta encíclica “Laudato si”, sobre el cuidado de la “casa común” (el medio ambiente), en octubre la realización del Sínodo de los Obispos sobre la familia y en noviembre el “vatileaks 2”.

En “Laudato si” el pontífice lanzó una dura crítica al sistema de producción industrial que rige en la actualidad pero, sobre todo, vinculó la crisis ecológica con una más amplia crisis: la crisis en la conciencia del hombre.

Asimismo, en el texto reconoció la validez científica del calentamiento global y aseguró que parte de ese fenómeno es producido por el ser humano. Por ello llamó a abandonar los procesos industriales contaminantes.

El documento provocó una fuerte reacción de la industria petrolífera internacional e incluso una empresa estadunidense llegó a enviar emisarios a Roma antes de la publicación de la encíclica, en un intento por evitar que el líder católico abordase ese tema.

“No me dejo dictar la política económica de mis obispos, de mis cardenales o de mi Papa”, dijo –por ejemplo- el precandidato presidencial estadunidense Jeb Bush al conocer la “Laudato si”. Otras reacciones similares tuvieron otros políticos republicanos.

Una respuesta negativa provino también de grupos católicos próvida, quienes expresaron su desacuerdo no sólo con los temas de la encíclica, sino también con el debate durante el Sínodo de los Obispos.

En octubre, más de 300 “padres sinodales” se reunieron en el Vaticano para analizar los desafíos más importantes de la familia en el mundo actual, en un debate que incluyó temas controvertidos como el trato de la Iglesia a los homosexuales y a los divorciados vueltos a casar.

Las sesiones en el aula sinodales estuvieron precedidas por un intenso debate mediático que pareció dividirse entre “conservadores” y “progresistas”, “defensores de la doctrina” e “innovadores”. Casi una réplica del espíritu vivido hace 50 años en el Concilio Vaticano II.

Los pronósticos de cisma, división, traición al magisterio de la Iglesia no se cumplieron. No obstante la filtración de una carta firmada por 13 cardenales que cuestionaba algunos cambios de método en el Sínodo y la publicación de la falsa noticia de un supuesto tumor cerebral del Papa, publicada en medio del encuentro episcopal.

Finalmente los obispos alcanzaron un acuerdo y votaron un documento de estilo misericordioso, comprensivo y con algunas aperturas para los divorciados vueltos a casar.

Pero los desafíos no terminaron allí. Apenas una semana después de la conclusión del Sínodo explotó el “vatileaks 2”, el escándalo por la filtración de documentos confidenciales sobre la reforma económico-financiera del Vaticano llevada adelante por el Papa.

Justo antes de la publicación de dos libros (“Via Crucis” y “Avaricia”) con papeles reservados sobre los malos manejos y despilfarros en la Curia Romana, dos ex colaboradores cercanos de Francisco fueron detenidos por la Gendarmería Vaticana, la policía de la Santa Sede.

Se trata del clérigo español Lucio Angel Vallejo Balda y la relaciones públicas Francesca Immacolata Chaouqui, respectivamente secretario e integrante de la Cosea, una comisión armada en 2013 por el obispo de Roma para asesorarle en las reformas al Vaticano.

Ellos, junto a los periodistas autores de los libros (Gianluigi Nuzzi y Emiliano Fittipaldi) y el secretario de Vallejo están siendo sometidos a un juicio en los tribunales civiles vaticanos.

Aunque Francisco reconoció que la traición se manifestó “provocando mucho dolor” e “hiriendo a muchas almas, incluso con el escándalo”, advirtió que nada detendrá su voluntad reformadora.

Así lo dijo en el citado mensaje a la Curia Romana: “Es necesario afirmar que esto ha sido —y lo será siempre— objeto de sincera reflexión y decisivas medidas. La reforma seguirá adelante con determinación, lucidez y resolución, porque Ecclesia semper reformanda (la Iglesia siempre se reforma)”.

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