El Estado Islámico (EI) “es apoyado por muchos países de la zona, sobre todo por las petromonarquías del golfo, de Emiratos Árabes Unidos y de Arabia Saudita, porque comparten el proyecto de implantar la versión wahabi del islam”, dice a EL UNIVERSAL Ignacio Álvarez- Ossorio, profesor de Estudios Árabes e Islámicos de la Universidad de Alicante y coordinador de Medio Oriente y Magreb en la Fundación Alternativas.

Hace unos días el EI llevó a cabo un atentado en Francia. ¿Se ha debido al apoyo de este país a la coalición internacional contra ellos que lidera Estados Unidos?

—Esa ha sido la razón principal, pero también porque Francia es el país que más yihadistas proporciona al EI, porque es un Estado laico, mientras en el EI impera la religión, porque querían provocar un aumento de la islamofobia, porque han querido atentar contra una forma de vida, por eso las explosiones fueron en restaurantes, estadios de futbol y salas de conciertos, y porque París es la ciudad del mundo más visitada y sabían que ello tendría un impacto mediático mayor.

Francia es el país que más yihadistas proporciona al EI. ¿Qué lleva a un joven francés a convertirse en terrorista?

—En Francia viven la segunda y tercera generación de emigrantes musulmanes y en muchos casos son jóvenes que han crecido en un ámbito de exclusión social, de desarraigo, de marginación, de rechazo y de pérdida de identidad. No se sienten de sus países de origen ni tampoco franceses. Si a eso le añadimos el factor económico, el que no han logrado salir adelante, esa frustración conduce a unos pocos a buscar otros caminos. Pero no hay que olvidar que en Francia hay 58 millones de habitantes, de los que 4 millones son musulmanes, de los que sólo un millar se han enrolado en las filas del EI. Un porcentaje muy pequeño.

¿Cómo los captan?

—Eran captados a través de las mezquitas y a través de las redes sociales, pero ya están muy controladas y no pueden utilizarlas. Así que ahora es en las cárceles. Muchos yihadistas europeos son musulmanes por descendencia pero no son practicantes, no frecuentan las mezquitas. Muchas veces son pequeños delincuentes que pasan cortas estancias en la cárcel y allí se radicalizan porque conocen a imanes que les atraen, que les dicen que deben darle un sentido a sus vidas y ellos acaban convirtiéndose en terroristas.

Tras los atentados terroristas en París el presidente François Hollande decidió bombardear Siria como respuesta. ¿Qué le parece su decisión?

—Tomar decisiones en caliente y ordenar operaciones militares en caliente tiene sus riesgos y los daños colaterales pueden ser muchos. Los bombardeos aéreos no son cien por cien seguros y provocan víctimas inocentes. Lo hemos visto en Afganistán, en Sudán y en todos los países. Y esto podría radicalizar a la población local. También hemos visto que esa vía no destruye a los grupos yihadistas en Afganistán e Irak. Se les debilita pero no les destruye. Hace unos años se destruyó a Al-Qaeda pero surgió otro grupo terrorista incluso más peligroso como es el EI. Y cuando el EI desaparezca, aparecerá otro grupo que reivindique con otras siglas ese mismo ideario.

Hace casi dos años EU inició una operación internacional en la que participan varios países contra el EI. ¿Por qué no logran destruirlo?

—Porque se actuó tarde y mal. El EI no es sólo una organización terrorista, se ha convertido en un auténtico Estado que gobierna sobre unos territorios muy grandes, más que países como Israel o Líbano. Además controla ocho provincias y gobierna a cinco millones de personas. Y con ese poderío no es fácil derrotarlo. En estos dos años se ha permitido que sea mucho más fuerte de lo que era antes. Se ha convertido en un monstruo. Si cuando empezaron a crecer hubiéramos actuado, ahora habría otro escenario. Ahora, sin contar con aliados locales y sin pacificar, no se puede acabar con ellos. Reconducir la situación implica mucho tiempo, esfuerzo y coordinación que hoy por hoy no hay. Por otro lado, hay muchos actores interesados en que siga existiendo.

¿Quienes?

—El Estado Islámico nace sobre todo en Irak, en el contexto de la posguerra de la invasión de EU y es apoyado por muchos países de la zona, sobre todo por las petromonarquías del Golfo, de Emiratos Árabes Unidos y de Arabia Saudita. Los apoyan porque comparten el proyecto de implantar la versión wahabi del islam.

El islam sunita es muy rico y es profesado por mil 200 millones de personas pero el wahabi, el de Arabia Saudita, sólo lo practican las 20 millones de personas que viven allí. Y ese país está empeñado en una cruzada para tratar de imponer al resto del mundo árabe esa versión del islam que es muy puritana, rigorista, que tiene un discurso muy violento contra todos aquellos que se oponen, que es antidemocrática, que dice que la mujer no puede trabajar, ni conducir, ni salir de casa sola. Defienden la aplicación radical de la sharia, de la ley islámica, con mutilaciones a quienes roban, decapitaciones para quienes cometan delitos.

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