Washington.— El presidente Barack Obama y el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, antepusieron ayer sus maltrechas relaciones a la necesidad de atajar la caótica situación en Siria y la posibilidad de apaciguar el ambiente de revuelta y atentados que se han recrudecido entre palestinos e israelíes en las últimas semanas.

“Creo que para nadie es un secreto que la seguridad en Medio Oriente se ha deteriorado en muchas áreas”, aseguró el presidente Obama en alusión no sólo al avance de la amenaza del Estado Islámico (EI) en Siria e Irak, sino al deterioro de la situación en Jerusalén, con la reciente ola de violencia.

El encuentro se produjo bajo un notable cambio de actitud de Netanyahu quien acudió a la Casa Blanca con un semblante más conciliatorio, quizá con la esperanza de elevar el monto de la ayuda militar que recibe de EU para los próximos 10 años. Israel consigue 3 mil millones de dólares anuales, una cifra que Netanyahu pretende elevar a 5 mil millones anuales a partir de 2017.

Netanyahu se comprometió con la propuesta para lograr un acuerdo bajo el principio de dos Estados, uno israelí y otro palestino. Obama aseguró que coincide con el premier israelí en la necesidad de evitar que Irán tenga armamento nuclear. La misión de restañar heridas con Israel se antoja compleja, pero necesaria en opinión de legisladores demócratas y republicanos y de analistas.

“El problema con Netanyahu es que ha estado familiarizado con el país que eligió a Ronald Reagan. Y ahora tiene que entender a la nación que eligió a Barack Obama”, dijo Robert Weller, presidente del Centro Daniel Abraham para la paz en Medio Oriente.

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