El papa Francisco afirmó que la promesa de la fidelidad en la vida familiar aparece muy debilitada, por lo que llamó a restituir el honor social de tal principio en el amor.

Esto, dijo, "sabedores de que la fidelidad del hombre a la promesa depende siempre de la gracia y de la misericordia de Dios y de que el vínculo que se crea por el amor o la amistad es bello y nunca destruye la libertad. Al contrario, esta última y la fidelidad se sostienen mutuamente tanto en las relaciones interpersonales como en las sociales".

En un mensaje en el marco de la audiencia general del tercer miércoles de octubre en la Plaza del San Pedro, realizada paralelamente el Sínodo de la Familia, Jorge Mario Bergoglio afirmó que "ninguna otra escuela puede enseñar la verdad del amor, si no lo hace la familia, así como ninguna ley puede imponer la belleza y la herencia de este tesoro de la dignidad humana, si la relación personal entre amor y generación no se escribe en nuestra carne".

La catequesis del Papa al respecto señala que "en nuestros días, el honor a la fidelidad de la promesa de la vida familiar aparece muy debilitada. Por una parte, por un derecho mal entendido de buscar la propia satisfacción, a toda costa y en cualquiera relación, es exaltado como un principio no negociable de la libertad.

"Por otra parte, porque se confían exclusivamente a la obligación de la ley los vínculos de la vida de relación y del compromiso por el bien común. Pero, en realidad, ninguno quiere ser amado solo por sus propios bienes o por obligación.

"El amor, como también la amistad, deben su fuerza y su belleza a este hecho: que generan un vínculo sin quitar la libertad. El amor es libre, la promesa de la familia es libre, y esta es la belleza. Sin libertad no puede haber amistad, sin libertad no hay amor, sin libertad no hay matrimonio.

"Por lo tanto, libertad y fidelidad no se oponen la una a la otra, más bien se sostienen mutuamente, sea en las relaciones interpersonales, sea en las sociales. De hecho, pensamos a los daños que producen, en la civilización de la comunicación global, la inflación de promesas incumplidas, en varios campos, ¡y la indulgencia por la infidelidad a la palabra dada y a los compromisos adquiridos!", expuso el Papa Francisco.

Ante miles de personas procedentes de varios países, afirmó que ninguna relación de amor, de amistad, o forma de querer, llega a la altura del deseo y esperanza, "si no habita este milagro del alma, que es la fuerza y la persuasión de la fidelidad, que no dejan de encantarnos y de sorprendernos.

El Obispo de Roma saludo al final de su catequesis a los peregrinos de lengua española e invitó a rezar por los que participan en el Sínodo de la Familia para que el Señor bendiga su trabajo.

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