Brasil adolece de una crisis económica y política de difícil solución y el ex presidente Luiz Inacio Lula Da Silva atraviesa el peor momento de su dilatada carrera política.

Después de todo, Lula fue bautizado como “hijo de Brasil” y el problema, según se ve, es de familia. De una familia política y empresaria, “la élite” que según los analistas se “había cebado” con las arcas del Estado y, en este caso, con la estatal petrolera Petrobras.

La operación “Lavajato”, como se denominó a la investigación judicial por el desvío de recursos de Petrobras, ya tiene en prisión a varios dirigentes del gobernante Partido de los Trabajadores (PT), así como a empresarios de las mayores empresas de infraestructura del país e investigados a una veintena de dirigentes políticos, entre otros al ex mandatario y al presidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha (PMDB), quien ayer decidió pasar a la disidencia.

Pero es en la persona de Lula donde hoy centran todas sus energías los fiscales y el Superior Tribunal de Justicia (STJ) que lleva adelante la investigación más importante de la historia judicial del país. Para los observadores, a “Mr. Teflón” —como se llama a Lula porque ninguno de los escándalos de corrupción de su gobierno lo rozaba—, ahora “se le está afectando el material”.

“Las pruebas de una relación por fuera de los códigos de ética con Odebrecht o Camargo Correa son más que obvias y está en la Justicia saber adónde llega con sus investigaciones”, explica el analista Luis Eduardo Pereira.

El fiscal Valtan Furado quiere saber por qué una serie de viajes de Lula para dar conferencias fueron pagados con fondos de Odebrecht, como por ejemplo a Venezuela, Panamá, República Dominicana y Santiago de Chile, entre otros destinos.

Si se observa que esa firma, cuyo titular, Marcelo Odebrecht, está en prisión y la Camargo Correa o Andrade Gutierres, se diseminaron con obras por todo Sudamérica y Cuba a lo largo de los últimos 12 años, las sospechas de la fiscalía, “son más que justificadas”, añade Pereira.

Lula niega haber actuado ilegalmente y ayer sus abogados pidieron la anulación de la investigación en contra de su cliente, según informó el Instituto Lula. Los abogados subrayaron que no existe “ningún indicio del crimen” del que se acusa a Lula y reclamaron la apertura de un proceso administrativo contra el fiscal Valtan Timbó Mendes Furtado, quien solicitó la pesquisa.

El caso Lucio Gutiérrez. Las dudas de la fiscalía podrían incrementarse si revisaran cómo fue sacado de su país el ex presidente de Ecuador Lucio Gutiérrez, el 20 de abril de 2005, cuando fue derrocado.

“Después de hablar con Lula le enviaron un avión de una empresa constructora brasileña con grandes intereses en el país, Camargo Correa”, una de las investigadas, según recuerda un ex diputado ecuatoriano Sociedad Patriótica, el partido de Gutiérrez, quien pidió la reserva de su nombre.

Hasta ahora, Lula salió airoso del Mensalao, el pago de sobornos por el que dos de sus hombres de confianza, el ex jefe de la Casa Civil José Dirceu y el presidente del PT José Genoino, terminaron en prisión y de cuanta denuncia de corrupción rozó a su gobierno y a su partido, el PT, hoy dividido por los escándalos.

Pero en breve, Lula podría perder su apodo de “Mr . Teflón”, si la Justicia encuentra razones para encausarlo, lo que dejaría a la administración Rousseff hundida en un cono de sombras y sin respuestas a la vista.

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