Washington.— La sorpresiva caída de la ciudad de Ramadi, capital de la provincia de Al-Anbar en Irak, a manos del Estado Islámico (EI), desató ayer feroces críticas contra la estrategia del presidente Barack Obama, quien se sigue resistiendo a la posibilidad de enviar efectivos a Irak o Siria para combatir a los yihadistas.

Entre los ataques más devastadores figura el de su ex secretario de Defensa, Robert Gates, quien lamentó que la administración Obama “no tenga una estrategia militar para Medio Oriente” y que, en el caso de Irak y Siria, “la improvisación” se haya convertido en el principal aliado del EI.

“Básicamente improvisamos día con día”, acusó Gates, una de las voces más respetadas dentro del estamento político y militar.

Al pelotón de fusilamiento se sumó un entusiasta Jeb Bush, el más prominente aspirante republicano a la Casa Blanca, quien acusó a Obama de tener el cuestionable mérito de sólo haber mejorado las relaciones con Irán y Cuba en materia de política exterior. “Los terroristas islamistas están generando inestabilidad en Medio Oriente y en nuestro país”, arremetió Bush.

La única voz que decidió acudir en ayuda de Obama fue la de la más firme aspirante del Partido Demócrata a la presidencia, Hillary Clinton, quien ayer insistió en que haber invadido Irak en 2003 había sido “un gran error” de cálculo.

“Yo me equivoqué al votar a favor de esa intervención. Y hoy creo que aunque Estados Unidos puede apoyar a Irak en defensa de su democracia y su integridad territorial, son los iraquíes y su gobierno quienes tienen que dar esa batalla”, enfatizó Clinton para sumarse así a la posición contra el envío de tropas estadounidenses a Irak y Siria.

En medio de este intenso debate, la administración Obama intentaba ayer recuperarse del revés propinado por fuerzas el EI al tomar Ramadi. En un intento por explicar al mundo el golpe infligido, el Pentágono y la Casa Blanca confirmaron que una súbita tormenta de arena el pasado fin de semana facilitó el avance de las fuerzas del EI, impidiendo el respaldo de la aviación estadounidense a las tropas iraquíes que huyeron despavoridas dejando a la población civil a merced de los ejércitos de ocupación.

Fuentes del Pentágono confirmaron a medios como The New York Times que la tormenta de arena cobijó el avance de las fuerzas del EI; añadieron, sin embargo, que tras el fin de la tormenta la aviación estadounidense ha conducido una serie de por lo menos 20 bombardeos para permitir así a las fuerzas del ejército iraquí recuperar la ciudad.

Las explicaciones del Pentágono y la Casa Blanca se han mostrado, sin embargo, insuficientes ante la oleada de críticas desde las filas del Partido Republicano que insisten en la necesidad de reforzar la presencia de EU en Irak.

De hecho, el líder de la mayoría republicana en la Cámara de Representantes, John Boehner, urgió ayer al presidente Obama a desechar su más reciente petición de poderes de guerra por considerarla muy restrictiva e insuficiente para encarar la amenaza del Estado Islámico en Irak y Siria.

“He estado llamando al presidente para desarrollar una estrategia más global para hacer frente a la creciente amenaza del terrorismo porque, a la fecha, no tenemos una”, señaló Boeh-ner. “El hecho es que la amenaza está creciendo más rápido que lo que creíamos y es hora de que hagamos algo de la mano con nuestros aliados para detenerla”, enfatizó Boehner para caracterizar así al presidente Obama como un líder carente de planes y reflejos para hacer frente a la amenaza del EI.

Desde la Casa Blanca, el portavoz Josh Earnest reconoció que la caída de Ramadi era “un revés”, pero insistió en la necesidad de no perder perspectiva en el caso de un conflicto que se sabía complicado y de larga duración.

En tanto, las fuerzas de seguridad desplegaron ayer tanques y artillería alrededor de Ramadi para confrontar a los combatientes del EI. Un funcionario del gobierno local instó a los habitantes de Ramadi a unirse a la policía y el ejército en la “Batalla de Al-Anbar”.

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