Uno de los últimos procesos contra un criminal nazi comenzó hoy en Luneburgo, norte de Alemania, contra Oskar Gröning, de 93 años de edad a la fecha, acusado de complicidad en el asesinato de 300 mil personas.

Groning trabajó durante al Segunda Guerra Mundial en el campo de concentración de Auschwitz, donde requisaba los equipajes de los prisioneros que llegaban, sustraía el dinero que traían y lo remitía a las SS en Berlín.

Conocido como el "contable de Auschwitz", para la Fiscalía de Hannover es un "eslabón necesario" de la maquinaria de exterminación nazi, porque sabía que aquellos prisioneros considerados "no aptos para trabajar", serían asesinados en las cámaras de gas.

Gröning nunca ocultó su pasado, pues fue de los pocos que reconoció de manera abierta su "culpabilidad moral" y escribió sus memorias para contrarrestar a quienes niegan el Holocausto.

Empero, se resiste a asumir responsabilidad legal pues rechaza haber sido cómplice de los asesinatos masivos, pero hace diez años en una entrevista al semanario "Der Spiegel", se reconoció como "una pieza de la maquinaria".

También reveló que una noche escuchó gritos de quienes luchaban por mantenerse agónicamente con vida en las cámaras de gas.

"Fue horrible", aseguró, por eso se emborrachó esa noche para tratar de olvidar, aunque reconoció que no fue capaz de hacerlo nunca.

La acusación contra el exfuncionario nazi se limita a la llamada "Acción Húngara" ocurrida en el verano de 1944, en la que al menos fueron asesinadas 300 mil personas.

En ese entonces, llegaron a Auschwitz-Birkenau unos 137 transportes procedentes de Hungría con alrededor de 425 mil personas, de las que fueron asesinadas 300 mil en las cámaras de gas.

Los abogados de Gröning esperan que el nonagenario acceda a testificar en el juicio.

jram

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