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Durante un mes, Eduardo Miranda, carpintero de 24 años, elaboró una cruz de 80 kilos de peso. En ese mismo madero fue “crucificado” al representar a Jesús de Nazaret durante el Viacrucis en la delegación Cuajimalpa.

Es el Viernes Santo al poniente de la Ciudad de México, donde se cumplieron ayer 104 años ininterrumpidos de escenificar la Pasión de Jesucristo, la segunda más concurrida de la capital.

En la explanada de la iglesia de San Pedro apóstol, junto a la sede delegacional, se escenificó primero el juicio y condena a Jesús a morir crucificado.

“Vengo desde los siete años de edad, mi papá era actor del Viacrucis”, comenta Leonarda Martínez García, de 72 años, habitante del centro de Cuajimalpa, quien aún se entristece al presenciar la recreación.

Por orden de los tradicionales “judas”, vestidos de rojo y que amenazan con dar chicotazos, los espectadores abren paso frente a la parroquia para que pase Enrique, el Jesús de Cuajimalpa de este año, y así inicie un recorrido de 1.7 kilómetros entre jaloneos y azotes.

En su camino, Jesús es acompañado por Andrea Gutiérrez, de 18 años, quien representa el papel de María, la madre de Cristo; mientras los vecinos los observan a pie de calle o desde las azoteas de sus casas.

El clima fue benevolente, ya que por momentos se nubló el cielo, chispeó y no hizo tanto calor.

El joven Eduardo carga su propia cruz y supera una gran pendiente en la calle Puerto México, entrada a la colonia Zentlápatl, y metros más adelante es auxiliado por Simón el Cirineo en un camino de subida, por la calle San Antonio, entre una multitud, varios puestos de comida, además de cerveza y micheladas, que no retiró la delegación Cuajimalpa, a pesar de haber declarado ley seca.

La mayoría de los 350 mil asistentes al Viacrucis ya ocupan un predio empastado donde Jesús entra y finalmente es crucificado, junto con Dimas y Gestas, cerca de las 16:30 horas, momento justo en que el sol empieza a pegar fuerte de nuevo.

Los cuerpos fueron bajados de las cruces y llevados en una Procesión del Silencio hasta la iglesia de San Pedro.

Más de 300 policías y 150 trabajadores de la delegación vigilaron el recorrido en el cual hubo saldo blanco; sólo siete personas fueron atendidas por Protección Civil de Cuajimalpa debido a una insolación.

Adultos, jóvenes y niños acuden por igual a esta conmemoración de la Semana Santa en la zona popular de Cuajimalpa.

“Venimos de la colonia Santa Lucía, en Álvaro Obregón. Acudo desde hace 10 años y ahora traigo a mis hijas, una de ellas estudia el catecismo”, comenta Rubén Olvera Morales.

Se refiere a Marisol, de 9 años. “Es bonito venir porque me enseña todo lo que vivió Jesús”, dice la pequeña.

Doña Leonarda, quien acude desde los siete años al Viacrucis, dice que no deja de venir “para que no se pierda esto [la tradición], porque ya hay mucha gente que no cree, ahora hay muchas religiones, pero esta es nuestra tradición y no queremos que desaparezca.

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