Para los ingredientes congelados, la temperatura lo es todo. Y es que, desde su producción, hasta su consumo, deben pasar por diferentes etapas, las cuales son conocidas como cadena de frío. Ésta garantiza las características organolépticas, es decir, sabor, color, olor y textura, además detiene la reproducción de microorganismos (no los mata, sólo disminuye la velocidad de su desarrollo) y retrasa el tiempo de descomposición, así como la pérdida de la calidad.


Cada alimento requiere cierta temperatura, dependiendo de la cantidad de agua que guarda, por ejemplo, frutas y verduras deben estar de 0 a -4ºC, los quesos o los productos precocidos a -10ºC y el pollo alrededor de -15º C. Es fundamental mantener la cadena durante la distribución, el transporte y la conservación en casa, pues al romperla se provoca la pérdida de las condiciones sanitarias en los alimentos.

En México, una de las garantías para carnes y pollo es la certificación TIF (Tipo de Inspección Federal), que es un reconocimiento que la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (SAGARPA) para las plantas procesadoras que cumplen con todas las normas y exigencias del gobierno en cuando al manejo de sanidad.

 

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