Explotación del desencanto. Es cierto que Trump es con mucho el reproductor más burdo, obstinado y agresivo de un confuso sentimiento global que pasa del desencanto en las instituciones del Estado democrático (gobiernos, parlamentos, sistemas electorales, partidos y medios de comunicación) a la rabia contra sus exponentes, identificados en esta hora como miembros del establishment, las élites o la mafia del poder. En estos rubros se suelen incluir gobernantes, ex gobernantes, congresistas, árbitros electorales, líderes partidistas, intelectuales, empresas informativas, conductores de noticiarios y comentaristas de los diarios.

Pero acaso lo más inquietante del fenómeno radica en la forma de abrirle paso, precisamente a través de las instituciones del Estado democrático, a pretensiones de poder autocrático: de un solo hombre, con sus fijaciones, sus secuaces, sus pulsiones, sus socios y sus fanáticos. El resultado es un gobernante empecinado en abatir la idea misma de un gobierno sustentado en el interés general para enfilarlo en cambio a destruir a los erigidos en sus muy particulares enemigos identificados:

Allá, contra Obama y el sistema de salud, Bush y el libre comercio, el Partido Demócrata y las políticas ambientales, los congresistas y los migrantes. Acá, nombre usted a los enemigos del pueblo y de López Obrador en la mira. Allá, un gobernante enfrentado a un Congreso con mayoría del partido que le sirvió de trampolín y al que ahora somete a ataques y chapuzas que refuerzan las emociones perturbadas contra el sistema representativo, con la exaltación de una difusa idea anti-sistema. (La que condujo al encumbramiento de un mando personalizado en guerra permanente contra los frenos y contrapesos constitucionales). Mientras acá vivimos la explotación del desencanto en las instituciones democráticas con simplificaciones y falsedades sobre el pasado para reforzar las mentiras del presente, en guerra de aniquilación del contrario y con un culto fanatizado al líder único, el salvador. (Es decir, la vía para silenciar las voces de la pluralidad tejida por décadas en la vida pública mexicana).

Lectura, remedio esclarecedor. En estos tiempos preelectorales cargados de suspicacias, un remedio esclarecedor de la complejidad del momento aparece en el pequeño (106 páginas) gran libro de José Woldenberg Cartas a una joven desencantada con la democracia, ideado para la temporada por Eduardo Rabasa, el talentoso y joven fundador, con su hermano Diego, de la editorial Sexto Piso.

Y para estos tiempos en que, desde la ultraderecha nacionalista estadunidense, el gobernante de la superpotencia planetaria asegura que ésta es víctima de los trabajadores y los productores mexicanos, así como de las buenas condiciones para invertir en México —y en que desde la vieja izquierda nacionalista mexicana todavía se presenta a nuestro país como víctima de las inversiones internacionales y el intercambio con el exterior— la filial del Fondo de Cultura Económica en Lima ha puesto en circulación Mecanismos de la posverdad. La autora, Jacqueline Fowks, periodista y académica peruana, con posgrado en la UNAM, introdujo un texto a manera de epílogo titulado, así, con cursivas: Advertencia para los tiempos que corren en América Latina.

El reto. Va un par de citas clave de este libro. Una, de The Economist, referida a Trump, pero usted le puede poner en su lugar el nombre que quiera: sus mentiras “no pretenden convencer a las élites, en quienes sus votantes no confían ni les gustan, sino reforzar prejuicios”. Otra, del historiador y analista político británico Timothy Garton Ash, con dedicatoria a ese periodismo que en campaña reproducía sin verificar las mentiras de Trump, por su atractivo comercial de escándalo y extravagancia, como el que aquí reproduce sin comprobar las frecuentes ‘revelaciones’ de AMLO: “El verdadero reto para el oficio periodístico es trasmitir los hechos a quienes han caído presa de los relatos emocionales y populistas”.

Director general del Fondo
de Cultura Económica

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