Germán Martínez Cázares presentó ayer su renuncia con director del IMSS. No es descartable que muchas bocas callen cuando se consideró que su compromiso con AMLO se debía a un interés personal por acaparar protagonismo político. No es la primera vez que dimite Germán Martínez. Lo hizo como Presidente del PAN tras los resultados de la intermedia del 2009. A tenor de lo que ocurrió en las del 2018, no tenía Germán entonces razón alguna para dimitir, a no ser el asumir su responsabilidad como dirigente de Acción Nacional. Entonces entendió que no había cumplido, motivo suficiente para dejar el cargo. Algo semejante sucede ahora. Las palabras del extitular del IMSS denuncian un neoliberalismo instalado en la Secretaría de Hacienda que niega en los hechos las palabras del Presidente de la República. Precisamente la Secretaría que debe comandar la 4T no sólo es la más reacia al cambio, sino que impide la prometida transformación. El dilema es ejemplar de lo que sucede en este Gobierno. El Presidente dice una cosa y los encargados de poner en marcha las transformaciones se niegan a cumplir la encomienda. El titular de IMSS necesita el apoyo de Hacienda para las transformaciones requeridas. Negar el compromiso implica que en los hechos las palabras son papel mojado. Más interesante resulta que López Obrado haya proclamado la muerte del neoliberalismo en repetidas ocasiones. Las palabras de Germán Martínez indican lo contrario. Se da la paradoja de que el titular de Hacienda, Carlos Urzúa, que en público asumió su compromiso con la 4T, es acusado de neoliberal por quien en su momento fue declarado neoliberal. Hoy, en Morena, los neoliberales de entonces son socialistas democráticos y viceversa. En realidad, la cuestión de las finanzas públicas expone otro hecho notable: no se sabe muy bien si el Gobierno de México tiene independencia para administrarlas o son las directrices del exterior las que las gobiernan.

La renuncia de Martínez Cázares sin duda se debe a la falta de medios para la tarea que le encomendó el Presidente. Esa falta de recursos procede de la Secretaría de Hacienda que es lo mismo que decir que de AMLO. Desde luego, el exdirector del IMSS tuvo buen cuidado en no señalar a López Obrador, pero ningún prurito en subrayar a Urzúa como responsable de su renuncia. Alguien tiene un doble juego y todo indica que puede ser Andrés Manuel. Algo natural, Germán Martínez es casi un anticuerpo en la 4T; con seguridad, objeto de acoso y boicot por parte de morenistas de primera hora que no deben de estar muy contentos con el ímpetu que el titular hasta ayer imprimió al Seguro Social. No es descartable que las limitaciones y obstáculos para ejercer su dirección fueran promovidas desde adentro para que el asunto se zanjara como se zanjó; tampoco lo es que López Obrador haya cedido a presiones para llevar a Martínez a esta situación. Pero hay algo en lo que conviene reparar: Germán Martínez presentó su renuncia cuando tuvo la certeza de que no podía cumplir con el mandato del Presidente. Eso es también lealtad. No se sabe si Urzúa cumplimentó los deseos del Presidente, pero posiblemente así haya sido. Lo que no admite discusión es que a la 4T le importa muy poco el IMSS, una institución que garantiza la tan acreditada justicia social.

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