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Veracruz.— Su vida se mueve en torno a los números. “Los problemas matemáticos me gustan, son como un rompecabezas”, confiesa Sonia Gamboa Vázquez, estudiante de 22 años.

En la Unidad de Servicios Bibliotecarios de la Universidad Veracruzana, donde cursa sus estudios, la tímida mujer explica que la ingeniería mueve al mundo y los números tienen que ver con eso, “son maneras de medir y de explicar las cosas que nos rodean”.

Delgadita y con una sonrisa siempre dibujada en el rostro, la estudiante de noveno semestre de ingeniería industrial fue la primera en realizar una estancia de dos meses y medio en la Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio (NASA, por sus siglas en inglés) gracias al convenio con la Agencia Espacial Mexicana.

Originaria del puerto de Veracruz, concede a la suerte el haber conocido la convocatoria, pero el resto es resultado de su trabajo y dedicación durante largos años, agrega la estudiante que domina el inglés, francés, alemán y, por supuesto, el español.

“Siento que fue por suerte que me enteré de la convocatoria, pero por el trabajo que ya tenía fui seleccionada, si no hubiera tenido los requisitos para aplicar nunca me hubieran seleccionado, por suerte me enteré, pero por mi trabajo me quedé”, subraya.

Los números, siempre en su vida. A los 14 años tomó clases de baile de salsa, pero a su lado vio ensayar a un grupo de danzón “me cautivó y me metí”.

Algunos especialistas del ritmo y baile de origen cubano que en México se adoptó como propio, establecen que el danzón se baila en cuadros de 11 pisadas, de 10, de 9, de 8, 2, que mezclándose con otros pasos forma figuras.

“Siempre se tiene la perspectiva que es para viejitos y que está aburrido y que sólo es un cuadro, pero no, el cuadro básico es un cuadrito, pero es el más básico, hay más pasos, combinaciones y hay muchos jóvenes”, detalla.

A fines del año pasado, fue seleccionada para cursar una estancia de dos meses y medio en el Centro de Investigación Ames de la NASA en materia de soporte avanzado de vida y reciclaje de agua.

“Aprendí muchísimo, la experiencia de estar como becaria y hacer prácticas y el ambiente de trabajo es muy diferente a lo que hay aquí. Aprendí a trabajar con gente de muchas partes del mundo, muchas carreras diferentes”, recuerda.

En un grupo de investigación compuesto por seis personas (un mentor principal, dos supervisores técnicos y el resto becarias), estudiaron las membranas de ósmosis directas para reciclaje de agua en naves espaciales, las cuales buscan tener un reciclaje de agua barato y ligero.

Durante su estancia aprendió el modo útil del sistema de reciclaje, pues en la NASA existen edificios completos donde se reutiliza la orina, humedad y el agua para la higiene personal. Uno de sus libros predilectos es La mujer del viajero en el tiempo  de estadounidense  Audrey Niffenegger.

Gusta de correr todas las mañanas en el malecón del puerto de Veracruz al lado de sus dos perros pastor belga, pero siempre le apasiona más la escuela y los estudios.

Sus materias favoritas son logística e investigación de operaciones, porque son muy exactas y otorgan una resolución de problemas “para poder entregar las cosas que se piden cuando se piden y de la mejor manera”.

“Los problema matemáticos me gustan, son como un rompecabezas y siempre hay que buscar la solución, lo veo como un rompecabezas porque a veces a la primera no sale, pero hay que seguirle buscando”, cuenta con entusiasmo.

Niega ser una “nerd”, porque aclara que no tiene calificaciones de 10 siempre, pero resalta que tiene buenas calificaciones y siempre le gusta salir bien, no sólo tener la calificación y ya, sino realmente aprender.

Ahora busca culminar su ingeniería y seguir los consejos de sus mentores en la NASA: estudiar una maestría y hacerlo en California, Estados Unidos.

Y mientras espera lo que la vida le depara, seguirá disfrutando del mar cuando sale a correr en las mañanas.

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