Desde hace 40 años no nevaba así; la magnitud de la capa de hielo en la parte alta de este municipio superó los 35 centímetros que pintaron de blanco el suelo boscoso del santuario El Rosario de la reserva Monarca más grande del país.

Mientras el entretenimiento de los habitantes y algunos visitantes fue hacer muñecos de nieve, el grueso de la población padeció el frío que bajó a menos cinco grados.

A pesar de que las heladas de 1995 dañaron esta parte de la región oriente, desde 1974 no caía una enorme cantidad de nieve que dejó a su paso la tormenta invernal 11, junto con los frentes fríos 45 y 46.

Las caras rojizas de frío de los pobladores y visitantes describen el clima que prevalece; temperaturas desde 5 grados centígrados por la tarde y bajo cero por la noche.

A la distancia se aprecian techumbres vencidas por el peso del hielo que no cesa, a pesar de que el sol se ha asomado por lapsos; láminas y cartones se desplomaron al no aguantar las inclemencias del tiempo.

Los comuneros bajan las frías veredas, rumbo a casa, provenientes de la devastada zona en pinos y oyameles por los fuertes vientos y la intensa nevada que no ha cedido desde los primeros minutos del miércoles.

Los habitantes no están preparados; llevan prenda sobre prenda para intentar mitigar el frío.

El santuario de El Rosario cerró sus puertas a la espera de volver a ver la vida que le dan los encargados de la reserva, el sol naciente y, por supuesto, el vuelo nuevamente de la monarca. Se desconoce el daño. No saben aún cuántas mariposas murieron o están en riesgo en la fase final de su paso por México, pero están en riesgo, afirman.

Los habitantes esperan el apoyo de las autoridades y que el clima se compadezca de todo ese entorno y permita que el lepidóptero emprenda vuelo de regreso a Canadá, no sin antes recibir al menos un par de fines de semanas más a los turistas.

La noche ha caído y este viernes se abrirán nuevamente las puertas del santuario. “Aunque sea para que las personas que nos visitan vengan a hacer su muñecos de nieve”, señala uno de los encargados de la reserva, que sólo agacha su cabeza, la mueve y da la vuelta para marcharse.

“Hay varias hectáreas de pinos y oyameles destruidas; el refugio de la mariposa que ha quedado debajo de la gruesa capa de hielo de hasta 35 centímetros en la parte alta; además debería venir el gobernador para que se dé cuenta de que han incrementado las enfermedades de las vías respiratorias y que hay daños en techumbres de muchos pobladores”, señala Homero Gómez.

El presidente del Consejo Administrativo indica que el municipio de Ocampo es el más afectado de esa región, aunque los daños también alcanzaron parte del municipio colindante de Zitácuaro.

Hay cerca de 10 mil habitantes de cuatro comunidades que enfrentan el frío, estima.

Mientras el gobernador de Michoacán, Silvano Aureoles, negó que la tormenta tropical haya causado daños, Homero Gómez González asegura que aún no termina el recuento de daños.

El camino que inicia en Angangueo para llegar a El Rosario es sinuoso, desde donde se percibe la mezcla del color el rojiamarillo del atardecer, con el blanco y verde de la adornada sierra colindante con el Estado de México.

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