La muerte de personajes tan encumbrados de la política nacional, como lo eran la gobernadora de Puebla, Martha Erika Alonso y su esposo, el coordinador parlamentario del PAN en el Senado, Rafael Moreno Valle, inevitablemente suscita sospechas y análisis políticos; pero la necesidad de hallar explicaciones no debe hacernos caer en la tentación de emitir conjeturas públicas sobre las posibles causas de la tragedia sin contar con elementos de juicio suficientes.

Sea cual sea la causa del desplome del helicóptero en el que viajaban Alonso y Moreno Valle, hay que entender que es imposible hacer diagnósticos técnicos confiables en cuestión de días. Otras tragedias aéreas del pasado, como las que ocasionaron la muerte de los secretarios de Gobernación Juan Camilo Mouriño y Francisco Blake, fueron completamente resueltas hasta después de un año de iniciadas las investigaciones.

Tómese como ejemplo el accidente aéreo en el Mar de Java ocurrido en octubre pasado, con 188 personas a bordo. Uno de los más graves de los últimos años. Dos meses después del choque, los investigadores todavía no revelan qué fue lo sucedido; únicamente se conocen fragmentos de un rompecabezas que terminará de armarse probablemente en 2019.

No basta con visitar el lugar del impacto del helicóptero para establecer una causa. Intervienen peritos de distintas partes del mundo; se consulta a la empresa fabricante; se recaba el historial de la aeronave; se trabaja en el análisis de piezas que llegan a quedar esparcidas en miles de fragmentos.

Hasta ayer en la noche se tenían algunas respuestas, como que en los restos del vehículo no se hallaron explosivos y que el aparato cayó “de cabeza” sobre el suelo. Información valiosa, pero por sí misma insuficiente para saber cuál fue el motivo del desplome.

El llamado que han hecho fuerzas políticas y el gobierno federal a no realizar especulaciones sobre la tragedia tiene lógica más allá de las posibles responsabilidades específicas. Puebla viene de un largo conflicto postelectoral que generaba polarización entre la ciudadanía. Lo que el estado menos necesita en este momento es añadir motivos de discordia a partir de un desastre aéreo cuyas causas no están establecidas.

De acuerdo con la Constitución poblana, el Congreso local tendrá que designar a un gobernador o gobernadora interino(a), tras lo cual se organizarán elecciones locales nuevamente si el Legislativo en la entidad así lo dispone. Añadir a ese caldo de cultivo de confrontación social y política un elemento de confabulación o de sospecha no beneficiaría a nadie, menos a los poblanos.

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