marco.sotelo@eluniversal.com.mx

Comprensión, cariño y apoyo incondicional. Eso era lo que Paola Espinosa necesitaba para comenzar a despuntar como una de las mejores clavadistas del mundo.

Lo que la bajacaliforniana buscaba no lo encontró en México, sino en su ‘mamá china’, la coach Ma Jin.

Espinosa Sánchez recuerda que fue a sus primeros Juegos Olímpicos en Atenas 2004 bajo la tutela de Jorge Rueda, pero forjó una carrera exitosa al ser la alumna e ‘hija’ de Jin.

“Para resumir, mi carrera deportiva antes de Ma Jin fue difícil, complicada, apenas estaba avanzando y empezaba a creer que podía hacer algo en el deporte”, comentó la deportista en entrevista con EL UNIVERSAL.

“Para mí fue muy difícil, porque no tenía un entrenador que me ayudara. De por sí yo tengo un carácter súper fuerte, y luego en esa etapa de pubertad en la que con todo mundo te peleas, todo te parece mal... Nunca piensas que las cosas son por tu bien y todo te parece mal. Y no tuve esa guía.

“Finalmente, yo me salí de mi casa desde los 11 años de edad buscando un sueño, que era ir a unos Juegos Olímpicos, y creo que el entrenador debe tomar esa batuta. Los valores finalmente me los enseñan en casa, pero tiene que haber alguien que se encargue de supervisar que los sigas y yo no tuve a esa persona en su momento”.

Jin llegó a México en 2003, luego de que la Conade, con Nelson Vargas de presidente, firmara un convenio en 2002 para contar con una camada de entrenadores de China.

“Cuando llega Ma Jin comienzo a cambiar mucho mi forma de ser. La filosofía china es completamente distinta a lo que nosotros vivimos y me costó mucho trabajo cambiar al principio ese chip y saber que sí podía hacer las cosas, el dejar de decir ‘no puedo’ y comenzar a entrenar para poder hacer lo que más me gusta: lanzar clavados.

“Con Ma me tocaron mis segundos Juegos Olímpicos [Beijing 2008]. Tuve un panorama distinto y posibilidades reales de una medalla. Ya había ido a Atenas 2004, ya sabía de qué se trataba, pero en Beijing gané esa medalla. Lo que inició como un sueño mío se convirtió en un sueño de toda mi familia, lo pude cumplir y qué mejor que hacerlo al lado de la mejor entrenadora, que para mí es Ma Jin”.

Aquel bronce en Beijing en 10 m sincronizados con Tatiana Ortiz es inolvidable para Paola, por ser las primeras clavadistas mexicanas con una presea en la magna justa de verano.

Tras la hazaña la fama llegó inmediatamente para Espinosa, quien jamás se distrajo de sus objetivos.

Cuatro años más tarde, en Londres 2012, volvió al podio olímpico, esta vez ganó plata en 10 m sincronizados junto a Alejandra Orozco, quien sólo tenía 15 años de edad.

Fue otro éxito para Espinosa y Ma Jin en esta simbiosis que ha llenado de alegría y satisfacción al deporte nacional. Paola refrendó en la fosa la confianza que depositó en ella su entrenadora.

Río de Janeiro, el próximo año, marcará sus terceros Juegos Olímpicos juntas. Tienen una lista inamovible de clavados de alto grado de dificultad para aspirar a una presea y expandir su legado y pasión por este deporte.

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Noticias según tus intereses