Juan Pablo Contreras tiene 27 años y mañana presentará su primer disco monográfico en Turtle Bay Music Scholl, de Nueva York: Silencio en Juárez, material con el que se convierte en el compositor clásico mexicano más joven en lanzar un álbum con una disquera de renombre internacional, Albany. Su música está en el mercado de Estados Unidos, Inglaterra, Francia, Dinamarca, Italia, Suiza y Japón; y en el resto del mundo a través de iTunes, Naxos y Amazon.

Además, de acuerdo con el crítico de música Iván Martínez, no sólo es el autor más joven que se internacionaliza, también se suma a la breve y distinguida lista de autores que cuentan con una grabación monográfica: Manuel M. Ponce, Carlos Chávez, Silvestre Revueltas, Samuel Zyman, Mario Lavista y Gabriela Ortiz.

Con Silencio en Juárez, el autor explora el concepto de la identidad en obras que abordan temas sobre la violencia, la herencia cultural y la colonización. El disco está integrado por tres obras: Silencio en Juárez, La más Remota Prehistoria y Ángel Mestizo. Y cuenta con las actuaciones de la Orquesta de Cámara Claremont Avenue, dirigida por Kyle Ritenauer, y de la arpista Kristi Shade.

La obra del compositor nacido en 1987 en Guadalajara y radicado en Nueva York ha sido escuchada en México con la Filarmónica de la Ciudad de México, la de Jalisco y la Sinfónica del Estado de México, entre otras; así como con Onix Ensamble, el Ensamble Tamayo y el Formalist Quartet.

Asimismo ha ganado reconocimientos y becas como el BMI William Schuman, otorgado a la mejor composición de entre 400 obras de músicos jóvenes, uno de los más codiciados para jóvenes creadores, por El laberinto de la soledad, en homenaje a Octavio Paz; el Dutch Harp Composition Contest, el Brian M. Israel Prize, el Nicolas Flagello Award, otorgado por la Manhattan School of Music, la beca de estímulo a Jóvenes Creadores del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes en México y el Primer Concurso de Composición Arturo Márquez, con Ángel mestizo, incluida en el disco.

En entrevista con EL UNIVERSAL, el licenciado en Composición por el California Institute of the Arts y maestro en Composición por la Manhattan School of Music habla sobre su creación y sus maestros, entre los que destacan Nils Vigeland, Daniel Catán y Richard Danielpour.

Un hecho trágico en México detona la escritura de Silencio en Juárez.

Sí, la escribí en 2011 a raíz de una tragedia en Ciudad Juárez, el asesinato de 15 adolescentes en una fiesta de cumpleaños. Lamenté mucho eso y quise escribir una obra desde la perspectiva de las mamás que pierden a sus hijos de manera tan violenta. Uno de los movimientos es como un retrato de Stabat Mater, un himno católico y doloroso que medita sobre María cuando mira a Jesús; otro de los movimientos es un corrido con el que se escucha la música de banda, tan popular en el norte del país, con el que planteo mis inquietudes sobre cómo una música tan alegre y folclórica se ha llegado a asociar con cosas tan trágicas. También incluyo una misa, con plegarias eucarísticas, y cierro con un movimiento que se llama La injusticia, con el que quise entender el dolor, pero no pude entender que no haya justicia. Tres años después de escribirla creo que sí surgió de ese dolor, que ahora se ha convertido en un llamado de paz no sólo en Ciudad Juárez, sino en todo el país.

¿En La más Remota Prehistoria hay más un deseo de explorar y ampliar tus propios límites?

Lo que me gusta de este disco es que están tres de mis mejores obras grabadas de una manera increíble, pero me gusta más que sea un retrato actual de México. Si en Silencio hablo de la violencia, con la Remota Prehistoria trabajé con el poeta Darío Carrillo, y hablamos sobre el amor y el duelo. En esta obra no hay elementos folclóricos y me parece importante que así sea porque un compositor no está obligado a escribir con base en su nacionalidad. Además me gusta porque me ha permitido cantar, soy tenor, pero no me gusta mencionarlo mucho. Se trata de una obra por encargo porque sabían que no sólo soy compositor, me fue muy natural escribir para voz.

Cuando vivía en Los Ángeles estudié con el gran compositor Daniel Catán, que trabajó mucho con la ópera y me inspiró mucho para escribir música vocal. Una de mis grandes metas es escribir ópera mexicana y seguir con el deseo que tenía él: establecer ópera latinoamericana porque casi no existe.

¿En Ángel Mestizo hay investigación, pero también una historia?

Surgió la idea porque trabajé con una arpista mexicana: Kristi Shade, nominada al Grammy. Le quise escribir un concierto y empecé a investigar cómo es que llegó el arpa a México. No había mucha información y me tomé ciertas licencias. El arpa, para mí, es una metáfora de la mexicanidad. He pensado mucho en lo que significa ser mexicano en el siglo XXI y cómo puedo desarrollar una voz que sea única, pero con identidad nacional. Esta obra es mi respuesta, es un recorrido por la historia del país y el arpa representa muy bien lo que he querido plantear.

Eres un joven compositor, tu trayectoria es corta pero intensa. ¿Qué tan largo ha sido el camino?

Mi mamá es concertista, siempre hubo música en mi casa. Empecé a tocar el violín desde los siete años y toqué en varias orquestas, pero en la adolescencia me entró la curiosidad por saber cómo se había escrito eso que yo tocaba y sonaba tan bien. Desde entonces empecé a tomar clases de composición y a los 18 años tomé la decisión de que quería ser compositor y estudiar en Estados Unidos. Me quise ir porque sabía que allá había muchas oportunidades de que tocaran tu música. Allá me enteré que a unas cuadras de mi escuela daba clases Daniel Catán, lo busqué y él me impulsó, me dijo que si quería hacerla de verdad me tenía que ir a Nueva York, así lo hice y me quedé a vivir en esta ciudad.

He trabajado mucho pero creo que todo comenzó a despegar a partir de la obra en homenaje a El laberinto de la soledad, obtuve uno de los premios más importantes del hemisferio occidental, gracias a eso se me abrieron puertas orquestas, se tocó con varias orquestas, se grabó en DVD y a nivel universitario se ha tocado mucho. Este disco tiene dos obras premiadas, así que estoy muy contento. Ahora termino un concierto para piano y orquesta para el pianista Abdiel Vázquez.

¿En el mundo de la música la juventud se recibe bien o se duda de ella?

Creo que estoy teniendo éxito porque he trabajado mucho, ha sido difícil. Mi familia me ha apoyado y estoy consciente de que lo que hago es un privilegio. Me interesa mucho que en mi país se sientan identificados con lo que escribo y me emociona que haya gente que reaccione de forma positiva a lo que hago. Todos los días me siento a escribir lo que quiero escuchar, me esfuerzo por hallar y descubrir sonidos.

Fundaste la Orquesta de Cámara Claremont Avenue, que te acompaña en el disco.

Sí porque en Nueva York surgieron propuestas para que se tocara mi música, pero yo tenía que llevar a mis propios músicos; funciona por proyecto. Ha sido una relación increíble, es muy flexible porque puede variar en la cantidad de instrumentos, nos ha ido tan bien que por eso pudimos grabar este disco. Fue un trabajo de dos años y me acompañarán en el concierto del 30 de abril. Ahora lo que más me interesa es presentarme en México, no sé si con esta orquesta o con otra, pero me encantaría que me escuchen más en mi país.

¿Cómo llegaste a Albany?

Es una disquera con más de 30 años de trayectoria enfocada a la música clásica, pero impulsa a nuevos compositores vivos. Es la única disquera que ha grabado “Florencia en el Amazonas”, de Catán, él me regaló el disco y así la descubrí; les conté de mi proyecto y les interesó. El alcance de su distribución es increíble, estará en muchos países. La calidad es maravillosa y se puede conseguir en línea, pero me gusta que el objeto también sea sensacional, la impresión es inmejorable. Me impactó saber que soy el más joven en grabar con una disquera así, la lista es tan breve, pero tan importante, con nombres como Lavista y Gabriela Ortiz.

¿Te sientes heredero de Catán?

Es con el que tengo la relación más cercana, porque sus enseñanzas siguen haciendo eco aun en su ausencia, ya escribo obras más grandes para orquesta, para la voz, tengo un encargo para escribir una obra para coro y órgano; mi conexión con él sigue cercana. Él tenía un sonido universal, pero quería que surgiera la universalidad desde su mexicanidad; sigo ese principio. Estoy convencido de que la música está viva y que debe hablar de lo que nos interesa.

¿El interés por lo mexicano responde al exilio, a la distancia?

Silencio en Juárez me ayudó a descubrir que encontré mi estilo, la mezcla de la modernidad con lo nacional, porque después de seis años fuera de México entendí que debía encontrar aquello que me distinguiera. Escribo así porque me sale natural, porque entendí que los compositores que más me gustan son aquellos que tienen un lazo muy fuerte con su nacionalidad.

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