Esta vez, Christopher Domínguez Michael no emprendió su habitual tarea de escribir biografías ambiciosas o hacer revisiones profundas sobre literatura, en su más reciente libro Retrato, personaje y fantasma (Ai Trani), optó por un tríptico breve pero intenso de ensayos sobre la obra y la vida de tres creadores italianos que vivieron con pasión el siglo XX.

A través de la literatura de Gabriele D'Annunzio, Curzio Malaparte y Pior Paolo Pasolini, el escritor, crítico literario y colaborador de EL UNIVERSAL hace un repaso a la literatura italiana desde la obra de tres artistas modernos que vivieron entre guerras mundiales y que escribieron y crearon en una Europa dominada por el fascismo.

De estos personajes que en su época se encontraron y desencontraron, que fueron vanguardistas y modernos, pero también antivanguardistas y antimodernos; de este tríptico de creadores antisolemnes que vivieron a contracorriente y son piezas centrales en las letras y la cultura de Iitalia, conversa con EL UNIVERSAL, Christopher Domínguez Michael, a quien le apasiona a tal grado Italia que ya trabaja en los retratos de Giovanni Papini, Mario Prats y Luchino Visconti.

Los retratos de estos tres autores de piezas vitales como El libro secreto (D´Annunzio); Malditos toscanos (Malaparte), obra equiparable a El laberinto de la soledad de Octavio Paz; así como al creador de películas como El Evangelio según San Mateo y La trilogía de la vida, le permitieron a Domínguez Michael hacer su autorretrato y repasar su propia obra y vida.

Tres autores que le permiten mostrar su pasión por el arte de Italia

—Sí, es un libro que se creó de manera fortuita porque dos de los tres ensayos ya existían en forma preliminar, habían aparecido en la revista Letras Libres, el de D´Annunzio y el de Malaparte, y cuando me encuentro con esta pequeña editorial dedicada exclusivamente al ir y venir de México-Italia, Italia-México, de inmediato me subo muy contento al viaje. Tenía la idea de cerrar el libro con un ensayo que no existía y que escribí exclusivamente para el libro sobre Pier Paolo Pasolini; creo que el libro quedó redondo, lo trabajé para que fuera un solo libro y no tres ensayos compilados, en esto me sirvió mucho la cronología hecha por el editor Fabrizio Cossalter.

¿Es grande su pasión por Italia?

—Desde muy joven tuve la pasión por la historia italiana, después aprendí la lengua y estos tres autores me parecieron impresionantes. D´Annunzio era uno de los escritores más famosos en el 1900 y fue importantísimo para nuestros modernistas y para José Vasconcelos, era un hombre que estaba presente, pero yo no sabía quién era. Entonces fue redescubrir a un autor muy atractivo.

Con Malaparte me pasó algo curioso, era un autor muy popular en todo el mundo en los años 50, pero era como de literatura barata y curiosamente poco antes de morir mi admirado Teodoro González de León, tras leer la primera versión me dijo “me has quitado un peso de encima porque yo leía a Malaparte a escondidas como si estuviera haciendo una cosa mala y tú has situado al personaje de tal forma que ya se puede leer como uno de los grandes clásicos del siglo XX sobre todo por sus novelas sobre la guerra”.

Agregando a Pasolini, que es el más cercano a nosotros, que fue asesinado en 1975 y cuya causa judicial no se ha cerrado todavía, los tres eran personajes sobre los que dio gusto escribir. Estrambóticos, apasionados, contradictorios, erráticos, exhibicionistas, muy italianos en ese sentido.

¿Eran así tres personajes a contracorriente, provocadores?

—D´Annunzio es el padre del fascismo italiano, pero de inmediato se volvió muy incómodo para Mussolini porque estaba demasiado loco, muy libre en sus opiniones y de alguna manera incontrolable, le metieron hasta espías en su casa, lo cual era fácil porque tenía muchas amantes. Era una figura a contracorriente del propio régimen que él inventó, es el inventor del fascismo en su estado puro y obviamente lo que quedó en la realidad no le gustó porque a los inventores de utopías nunca les gusta cómo queda la utopía, que como obra humana se vuelve un régimen tiránico como cualquier otro.

Malaparte respaldó al fascismo en los años 20, pero jugaba, era un poco como el bufón de Mussolini, los dictadores siempre tienen a alguien a quien le dejan criticarlos, entonces Malaparte se vanagloriaba mucho de que él había escrito cosas contra Mussolini estando Mussolini en el poder. Era un hombre de un fantástico oportunismo, cuando ve que la guerra está perdida para Mussolini se cambia de bando, era un poco como aquel chiste de Groucho Marx: “yo tengo mis convicciones pero si no les gustan las cambio por otras”.

Finalmente Pasolini es el que se tomó más en serio su misión, por un lado de comunista pero por otro lado de católico, aunque lo echaron muy joven del Partido Comunista por homosexual decidió ser la mala conciencia de los comunistas italianos y lo fue hasta el día de su muerte. Lo buscaban los jóvenes italianos incluso cuando los irritaba profundamente. Es famoso que en las manifestaciones del 68 decía: “Yo estoy del lado de los policías que son los proletarios, estos son unos niños bonitos, hijos de papi, que tienen todo pero quien sabe qué piden”.

¿Vanguardistas o antivanguardistas, modernos o antimodernos?

—Eso nunca se sabe, D´Annunzio de plano no entendió la vanguardia, no entendió el siglo XX, lo tocó muy por encima. Malaparte sí tuvo mayor trato con las vanguardias porque a diferencia del nazismo y del stalinismo, el regimen fascista fue bastante tolerante con la varguadia, de hecho hubo revistas de vanguardia italianas en los años 30 donde aparecía medio mundo, mientras el pueblo obedeciese ese fascismo a Mussolini no le importaba que los intelectuales hicieran sus tonterías, payasadas o caprichos.

Y finalmente Pasolini es la vanguardia italiana pura, la vanguardia del cine cosa que le creaba muchos problemas porque a la vez era comunista y había sido de joven profesor de pueblo, él tenía la idea que su propia obra acabó por negar que las vanguardias no contribuían a educar al pueblo. En su obra había esta tensión entre su exquisita y depravada visión de la sexualidad humana y por otro lado su deseo pedagógico. Una de las que más me impresionan es El Evangelio según San Mateo, que es un documental sobre la vida de Cristo y lo que quiere es transmitir el mensaje cristiano; cuando salió en el 64 gozó del aplauso unánime de la Iglesia católica, ya después se dieron cuenta que Pasolini era un depravado y lo persiguieron, él tenía este lado de evangélico y a la vez de vanguardia.

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