Ricardo es un hombre manipulador, monstruso, un homicida, un villano que se mueve impunemente a partir del poder que  da  el  dinero,  el  corporativismo,  el genocidio y la demagogia.

Y es también el personaje de El año de Ricardo, una obra teatral sobre las relaciones del cuerpo y el poder, que retoma como metáfora el Ricardo III de Shakespeare. 

 

El monólogo protagonizado por María Aura en el papel de Ricardo y Juan Velázquez como Catesby, su criado sin lengua, se estrena mañana en el Foro Shakespeare a las 20:30 horas y estará en cartelera todos los jueves de junio. 

 

La obra, que explora el ascenso del tirano dentro de los regímenes democráticos y legítimos del mundo moderno, fue escrita por la española Angélica Liddell (premiada con el León de Plata en La Biennale de Venecia 2013) y estrenada en México bajo la dirección y adaptación de Alonso Barrera. 

 

“La primera vez que leí el texto me dio miedo porque es muy complejo, con una gran profundidad e inmerso en ideas políticas y sociales. No creí que podría hacerlo porque consideré que excedía mis capacidades y mi compromiso social. Me equivoqué, sí pude hacerlo y me hizo mejor actriz y mejor persona”, explica en entrevista María Aura. 

 

La obra se estrenó en noviembre de 2014 en el Foro de La Fábrica en Querétaro, durante uno de los contextos que más ha conmocionado a la opinión pública de México en los años recientes: la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa

 

“Era un momento de efervescencia y de dolor, un dolor que persiste pero en ese momento acababa de pasar y fue muy duro. En ese estreno nos unimos a una campaña de Amnistía Internacional y en cada función invitábamos al público a escribirle una carta a los padres de los muchachos”, comenta María Aura.

 

“Fue un ejercicio muy fuerte porque la obra retrata a un político que es muy cercano a nuestra realidad. La gente salía muy tocada al ver la bestialidad de Ricardo; en algún momento de la obra proyectábamos las imágenes de los normalistas y la realidad se hacía muy dura”, dice Barrera. 

 

De acuerdo con el director, la obra es un esfuerzo físico de los actores, pues durante  100 minutos, sin  pausas  ni  intermedio, recrean  un  universo  complejo, rico y profundo en una  obra  necesaria para los tiempos de hartazgo, de insurrección y de consciencia social y política.        

 

“Ha sido un reto muy complejo encarnar a Ricardo, tuve que buscar dentro de mí a esa persona horrible, ahondar en el deseo, en el rencor, en la envidia y en la ambición desbocada. Alonso, como director, me llevó a los lugares más oscuros de mi alma y de mi ser”, cuenta la actriz.

 

Alonso Barrera añadió que el personaje representa una cruda condición humana: “En Ricardo hay una gran fragilidad, es jorobado y tiene un gran número de enfermedades, todo el tiempo está enfermo, decaído, siempre está en cama y tiene episodios maniaco depresivos, con momentos de euforia y de gran depresión. De modo que todas esas cosas que le faltan a nivel corporal, las suple con un abuso de poder que va de lo muy obvio a lo literal. Nos interesaba poner en escena esas cosas sutiles del poder dentro de una democracia. ¿Un pueblo qué tan poderoso puede ser en una democracia?”.

 

María Aura abunda en la necesidad de comprender que también es un hombre lleno de rencor. 

 

"Nunca fue amado, se burlaron de él toda la vida, nadie es blanco o negro", puntualiza.

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