Hace 20 años, EL GRÁFICO me abrió sus puertas para publicar análisis sobre la agenda del Distrito Federal. Tiempo después mis colaboraciones entrarían a EL UNIVERSAL, donde abordo los retos nacionales y globales con el interés siempre de aportar soluciones y perspectivas de futuro a la discusión pública. Así, EL GRÁFICO y EL UNIVERSAL han sido espacios de interacción con mis generosos lectores que valoro profundamente, los cuales he alternado según la naturaleza de mis distintas responsabilidades públicas.

Hoy corresponde separarme de esta colaboración con EL UNIVERSAL. México vive tiempos cruciales y mi labor como vocera de Claudia Sheinbaum, candidata a la presidencia de México, y de Clara Brugada, aspirante a la jefatura de gobierno de la Ciudad de México, demanda toda mi atención. Gracias a Juan Francisco Ealy por la oportunidad de colaborar con esta importante casa editorial; gracias a ti lector por tu apertura al diálogo, ya nos volveremos a encontrar.

Así es, vivimos tiempos de definiciones. Si bien la elección de más de 20 mil autoridades el próximo 2 de junio es en sí misma muy trascendente para nuestra vida democrática, la realidad es que en esta elección debatimos el México de las siguientes generaciones.

La ciudadanía debemos decidir sobre la calidad de nuestra democracia. Mientras una pequeña oligarquía miente al decir que las elecciones están amenazadas, la realidad es que desde el 2018 ningún partido político ha denunciado fraudes electorales como sí sucedía en el pasado. Rumbo a la elección más grande de nuestra historia estamos seguros de que nuestro voto sí cuenta; en este proceso electoral definiremos si queremos mantener esa certeza o si volvemos a la simulación democrática priísta.

Además, por primera vez en la historia, México elegirá a su primera presidenta de la República. Por una parte la candidata puntera en todas las encuestas, Claudia Sheinbaum, es una mujer de ciencia, activista por la democracia, la primera mujer en ingresar al doctorado en Ingeniería Eléctrica, jefa delegacional en Tlalpan, Secretaria de Medio Ambiente y Jefa de Gobierno de la CDMX. Por otra parte, Xóchitl Gálvez es ingeniera en computación, fue titular de la Oficina para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas y la primera Directora General de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas durante el gobierno de Vicente Fox, así como jefa delegacional en Miguel Hidalgo.

Conozco bien a ambas candidatas: a Xóchitl desde 2010 cuando el CEN del PAN me designó como delegada para su candidatura al gobierno de Hidalgo y después como jefa delegacional; y a Claudia desde 2018 como candidata y jefa de gobierno en la CDMX. Gracias a estas experiencias puedo elegir con mucha información entre Claudia —con resultados en seguridad y programas sociales que ayudan a quienes más los necesitan— y Xóchitl —quien cobijó el protagonismo patriarcal de sus funcionarios, olvidó a los más pobres y permitió el incumplimiento de la ley en Miguel Hidalgo.

México vive tiempos de definiciones. Las campañas apelan a nuestras emociones, a decidir a través de las pasiones. No acepté ser candidata porque es el momento en que las mujeres sumemos para construir un mejor presente y futuro. Creo en el voto informado y serio, y por eso dedico estos meses a trabajar directamente con la ciudadanía sobre la trascendencia de nuestra definición.

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