En 1985 apareció Songs from the Big Chair de Tears for Fears, uno de los mejores álbumes de la década. Como me suele suceder, los primeros dos sencillos, Shout y Everybody Wants to Rule the World no me gustaron pero, ¿qué tal el resto? “De aqui soy”, fue la reacción. Con letras catárticas, empáticas, críticas, Roland Orzabal y Curt Smith se convirtieron en el antídoto para intentar comprender y sobrevivir el sufrimientoo de aquellos años mozos, en medio de colores, sonidos, atmósferas y sutilezas musicales que, 40 años después, siguen teniendo el mismo efecto: me mira, me envuelve, me seduce. Imaginen entonces la emoción desbordante que me invadió al encontrar algo similar en forma de libro.

Viviendo en mi propio tiempo y espacio, Semana Santa me cayó de sorpresa y es que andaba de retiro. Como es tradicional en el mes de marzo, la Comunidad Valenciana se viste de gala y celebra las Fallas. Polvo y fuego. Música, petardos, decibeles de esos que truenan ventanas, puestos de churros o cerveza y sangría en cada esquina, gente que canta y baila a todas horas del día. Tiene sus fans y viene mucho turista. El resto de los habitantes de Valencia Capital, los no falleros, huyen lo más lejos posible. Yo aspiro a ser ciudadana ejemplar, hice mi maleta y partí. Mi retiro no fue con monjes ni de limpias sino todo lo demás: un inesperado viaje de introspección canalizado a través de este libro que encontré por casualidad. Se llama Maybe you should talk to someone de Lori Gottlieb (“Deberías hablar con alguien”, en español) y, al igual que Big Chair, trata de relaciones interpersonales, de nuestra humanidad, el conflicto, corazones apachurrados, crisis existenciales, mentes torturadas y demás complejidades del cerebro. Un libro sobre terapeutas y sus propias luchas tanto personales como profesionales. Es entretenido, honesto y lleno de humor de varias tonalidades. Lo leí prácticamente de corrida.

Para los fans de la terapia hablada, este es un libro imprescindible que narra el proceso terapéutico desde esa primera llamada de ayuda hasta la “terminación” del mismo. Impresiones, temores, dudas, logros. “¿Qué estará pensando esta persona ante la cual desnudo mi alma?.” Lo mismo aplica para los que la estén considerando. En la vida cambiamos de metas, rutas, estrategias. Qué fortuna poder hacer consciencia de ello. No obstante, homo sapiens es la única especie que busca incansablemente “la felicidad” y para ello se tropezará con la misma piedra una y otra vez. Gottlieb empieza el libro con una cita de Richard Bentall, un psicólogo que en 1992 propuso que “... la felicidad es estadísticamente anormal, consiste en un grupo discreto de síntomas, se asocia conn una serie de anomalías cognitivas y con toda probabilidad refleja un funcionamiento irregular del sistema nervioso central... (aunque) la sociedad no valora negativamente la felicidad”. La historia que narra ofrece pasajes tanto personales como de personajes que han pasado por su silla mágica, sus miedos, esperanzas, el sutil movimiento de un lugar de dolor o enojo a uno de goce, de apreciación, de agradecimiento. Una nueva mirada. No hay spoilers, sólo diré que en mi resonó a varios niveles por lo que el cocodrilo hizo sentir su presencia en los pasajes menos esperados. Así es esto de la psicoterapia. La música-como-terapia, por otro lado, no tiene reglas, ni mañas, ni técnicas a seguir. Lloramos, pensamos, bailamos. Cuando una rola nos llega, nos llega.

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