La cita se dio en los estudios Trident, en Soho, Londres. Mas ad hoc, imposible. David Bowie, Elton John, los Beatles, todos pasaron por aquí en algún momento de sus carreras. Ahora, las coincidencias de la vida haciendo como siempre de las suyas y ocho años después de la última vez, tuve el enorme gusto de convivir nuevamente con Martin Hernández, excolega en WFM y amigo entrañable desde siempre. No recordamos viejos tiempos, al contrario, bien plantados en el presente comparamos arrugas, intercambiamos anécdotas recientes, ideas, conclusiones. Still crazy after all these years. Cenamos patos de taco en Chinatown y a las once punto, como todavía lo hacen allá, cerramos un pub no lejos de Covent Garden. Que refrescante compartir tiempo libre con alguien que nos recuerda aspectos de uno mismo ya olvidados; experiencias similares, protagonistas distintos. Martin y yo coincidimos en reafirmar las muchas ventajas que tiene el ser persona de cierta edad en estos tiempos modernos, las sorpresas, lo divertido que puede llegar a ser el proceso de convertirse en vintage (), siempre y cuando la mente este abierta y flexible. Al menos por ahora tenemos lo mejor de dos mundos, los achaques físicos son los mismos, los mentales menos azotados. Dentro de unos cuantos años habrá descuentos, pases y demás privilegios que otorga la edad. Como en veces anteriores no quedamos en nada.

Pero mi entorno fue de lo más curioso: Posters de ABBA en las paredes, concierto de UB-40, disco nuevo y gira de los Rolling Stones. Colas para ver en el teatro a Mrs. Doubtfire o Marty McFly. Como en los ochentas, pero reciclado, no sé qué tan corregido, aumentado y operado pero presente, actual, de hoy. La cultura popular reflejando la vida misma o al revés –da igual- en todo caso un bombardeo de información, conceptos, proyectos, representaciones culturales, estereotipos que se repiten bajo un nuevo nombre. Han pasado más de veinte años desde que me desterré, aunque en realidad Londres es la ciudad que nunca dejé. Estar allí me recarga de energía con todo y a pesar de lo mucho que ha cambiado; una ciudad completamente distinta a la que yo viví y a la vez sigue siendo igual. Y no es que el tiempo no pase, sino que el tiempo la ha ido transformando, detallando. ¿Qué está pasando? Como si el pasado estuviese presente.

La primera explicación que me viene a la cabeza es la cuestión económica, el poder adquisitivo. Miles de posibilidades a través del espectro generacional donde abuelos, padres e hijos son fans. Nostalgia, gusto o novedad, el caso es que todos quieren la camiseta, asistir al concierto, ser parte de la tendencia. La reproducción del sencillo es cuestión de gustos, espacio y habilidad; ahora lo último son los “vinilos” los cuales, a su vez, iban de salida en la primera ronda de aquella década. Periplo. Si hablamos de moda sucede lo mismo: música de fondo ochentera que atrae a toda la familia. Pero aquí existe una enorme diferencia: De la moda lo que acomoda, y con la edad uno se vuelve practico, importa más la comodidad que el último grito. No obstante, la música atrae, es por ella que al menos yo cruzo el umbral de la tienda de ropa joven con la esperanza de encontrar algo más o menos apropiado para mi edad y con eso de que todo se vale en más de una ocasión me he topado con prendas a las simplemente cuales no logro darles forma. Pero esa es otra historia. Viva México X

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