Bruselas

“¿Busca una hermosa iglesia, capilla, parroquia, convento, monasterio o algún otro lugar único para vivienda o destino de uso social como hotel, restaurante, galería o incluso discoteca? ¡Nosotros lo tenemos!”.

Esta no es propaganda de algún movimiento de expresiones injuriosas contra Dios u objetos sagrados, es parte de la publicidad que circula entre los corredores y agentes de venta de bienes raíces de Países Bajos; anuncios que de ser una rareza hace una década hoy son habituales.

La reconvención de antiguos lugares de culto, principalmente de confesiones católicas y protestantes, es resultado de la drástica disminución de la comunidad espiritual en la provincial Holanda, en donde los ateos ya han superado a los creyentes.

La Oficina de Planificación Social y Cultural de Países Bajos reportó el año pasado que alrededor de 25% de los holandeses se declaran ateos, mientras que sólo 17% cree en la existencia de Dios. El resto está entre la fe y la incredulidad.

Investigadores como Joke van Saane de la Facultad de Teología de la Universidad de Ámsterdam, señalan que hay muchas explicaciones para el declive de la fe en Dios.

Una de ellas tiene que ver con el hecho de que el hombre moderno se coloca a sí mismo como punto de referencia y se deja guiar por su sentimiento. Es decir, antes la comunidad, la familia y la Iglesia determinaban quién era el individuo, pero en la era de las redes sociales y las comunicaciones, la persona ya no requiere de esas conexiones tradicionales para ser alguien y definir su credo.

Pero el fenómeno no es exclusivo de los holandeses, la Iglesia pierde terreno prácticamente en toda la Unión Europea.

Aunque su futuro es aún más sombrío considerando que la religiosidad de la generación emergente se está desvaneciendo, como muestra un estudio realizado conjuntamente por el Instituto Católico de París y la británica Universidad de St. Mary, en el que se explora la afiliación y la práctica de la fe entre jóvenes adultos de entre 16 y 29 años procedentes de 20 países europeos, Israel y Rusia.

El documento firmado por el profesor Stephen Bullivant, y que se basa en datos de la Encuesta Social Europea, revela que la mitad de los jóvenes europeos dice no pertenecer a ninguna religión. “Con algunas notables excepciones, los adultos jóvenes ya no se identifican con la religión ni la practican”, señaló Bullivant al periódico británico The Guardian. “El cristianismo como estándar, como norma, se ha ido, y probablemente se haya ido para siempre”, agregó.

El índice se dispara hasta 91% entre los checos, seguido por los estonios, con 80%; suecos, 75%; holandeses, con 72%, y británicos, con 70%. En España, Francia y Bélgica, tres naciones históricamente de mayoría católica, el número de jóvenes sin religión rebasa la barrera de 55%.

Del lado extremo se encuentran los antiguos satélites comunistas, Polonia y Lituania. Sólo 17% de los polacos y 25% de los lituanos dice no identificarse con ninguna religión.

Considerando que la identidad religiosa y que tenga algún efecto mesurable en la vida de una persona no es lo mismo, el estudio también preguntó a los encuestados sobre la frecuencia con que asisten al sermón aquellos que dicen tener alguna afiliación religiosa, la situación es aún más dramática.

Únicamente en cuatro países, más de uno de cada 10 jóvenes asiste a servicios religiosos por lo menos una vez por semana: Polonia, Israel, Portugal e Irlanda.

En el resto, prácticamente los jóvenes han abandonado los centros de culto, sean ortodoxos, protestantes, católicos o de otras doctrinas cristianas.

Tomando como referente especialmente a los afiliados católicos, sobresale el caso de Bélgica. El estudio estima que 22% de los jóvenes belgas son católicos, pero sólo 2% asiste regularmente a la celebración de la eucaristía, el indicador más bajo de toda Europa. Los católicos polacos son los más practicantes de su fe, 47% de los jóvenes asiste a la iglesia por lo menos una vez a la semana. Por género, son más las mujeres que los hombres quienes suelen acudir a los servicios religiosos.

Los niveles más altos de aquellos que “nunca” se paran en una iglesia se concentran en los países del noroeste de Europa (Francia, Bélgica, Holanda y Reino Unido), más España. “La Iglesia aprende del contacto con los hechos... La verdad permanece inalterada, pero se capta de una manera nueva e indudablemente mejor cuando se conoce al hombre y al mundo como son”, señala el estudio citando al teólogo francés, y después cardenal, Yves Congar.

“Esperamos que los datos estadísticos presentados sean útiles tanto para las deliberaciones del Sínodo como para acciones y pensamientos más amplios de la Iglesia en su conjunto”, subraya.

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