Con su acción suicida en Manchester, Salman Abedi no sólo generó terror y cólera, también alteró la atmósfera entorno a la contienda electoral en Gran Bretaña.

Antes del atentado registrado a las afueras del Arena Estadio de Manchester, el dossier de seguridad no figuraba en lo alto de la campaña electoral rumbo a las legislativas del próximo 8 de junio.

La amenaza de la yihad había sido relegada a pesar del ataque realizado por Khalid Massod el pasado 22 de marzo en las inmediaciones del Parlamento británico, dejando seis muertos y más de 50 heridos.

Los Conservadores de la primera ministra Theresa May habían centrado sus baterías en la defensa de un manifiesto que apuesta por más recursos para investigación y salud, equilibrio en las finanzas públicas, más interferencia del Estado y menos libre mercado, así como un Brexit duro.

Por su parte, el líder de la oposición, el Laborista Jeremy Corbyn, intentaba seducir al electorado con el programa laborista más radical en tres décadas, que incluye nacionalizar el sistema de transporte y de agua, eliminar las cuotas en universidades, reducir el costo de las guarderías, incrementar en salud y vivienda y aumentar drásticamente el salario mínimo durante los tres próximos años.

“May estaba enfrentando duros cuestionamientos sobre algunas de sus propuestas sin responder de manera convincente. Incluso, estaba dando la impresión de no ser tan fuerte y estable como aparentaba. Pero desde el ataque eso ha quedado fuera de la agenda”, explicó a EL UNIVERSAL Andrew Neal, co-director del Centre for Security Research de la Universidad de Edimburgo.

“Por el simple hecho de ser premier y asumir el papel que le corresponde en una situación de seguridad como ésta, inmediatamente May se muestra como autoridad y en mando, nuevamente fuerte y estable”, indicó.

Ante el nuevo escenario generado por el mortífero atentado del pasado 22 de mayo, que dejó 22 muertos y decenas de heridos, las fuerzas políticas han ajustado “cautelosamente” sus guiones de campaña.

Tan pronto como se presentó la oportunidad, Corbyn golpeó directamente el talón de Aquiles de la premier. Acusó a May, quien formó parte del gabinete anterior, de auspiciar la reducción de las capacidades de las fuerzas policiacas. Además, asoció el terrorismo que sufre Gran Bretaña con sus intervenciones militares en el exterior.

Los conservadores también han hecho lo propio. Están cuestionando el compromiso de Corbyn con la protección a los británicos y tratan de posicionar la idea entre los indecisos de que su victoria provocaría un aumento de los ataques terroristas.

El Partido de la Independencia del Reino Unido (UKIP) tampoco se está quedando atrás. La bancada parece estar dispuesta a atrapar el voto más conservador recurriendo a una herramienta tramposa que ha rendido frutos a fuerzas ultranacionalistas como el Partido de la Libertad del holandés Geert Wilders. Su portavoz, Gerard Batten, se refirió al Islam como “un culto muerto”.

Neal sostuvo que el votante británico es lo suficientemente sofisticado para no dejarse llevar por aquello que pueda interpretarse como una “sínica manipulación política del atentado”.

No obstante, reconoció que tradicionalmente los Conservadores se han vendido al electorado como el partido defensor de las fronteras británicas, la soberanía nacional y la identidad nacional; y el ambiente de miedo generado por un ataque terrorista eventualmente podría fortalecerlos.

“Durante dos décadas conservadores y laboristas se disputaron el título de quién es el más duro contra el terrorismo. Sin embargo, bajo el liderazgo de Corbyn la situación de los Laboristas es distinta. Injustamente ha sido criticado en la prensa conservadora por su postura sobre el terrorismo”.

“La mayoría de los comentaristas asumen que los Conservadores van a ganar, pero ya hubo escenarios inesperados, como Trump y el Brexit”.

De acuerdo con la primera encuesta de opinión divulgada por YouGov tras el ataque en Manchester, los Conservadores aventajan con 43% de los votos, frente a 38% de los laboristas. El sondeo previo mostraba un margen más amplio: 44% frente a 35%.

May llamó a elecciones anticipadas confiada de que podría reforzar la frágil mayoría parlamentaria para afrontar con mayor fuerza las negociaciones del Brexit.

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