Decía mi abuelo que “Nochebuena sin sobremesa, no es Nochebuena”. Para él, en sus buenos tiempos, esto significaba dedicar horas enteras a beber copitas de charanda mezcladas con anécdotas de juventud. Para mí, esta frase siempre ha sido un pretexto para alargar la noche entre tintos, vinos generosos, licores y uno que otro mezcalito.

Sí, el 2016 está agonizando, de la misma forma en que un menú mira partir el postre antes de extinguirse entre digestivos y café. Yo decidí despedirlo así, dignamente, en una larga sobremesa de matices dulzones y alcoholosos.

Pensando en dulce + dulce, el perfil gustativo que predomina en estas fechas, debo hacer referencia a los vinos de postre, desdeñados por muchos, poco difundidos por otros. Sí, debo decirle que algunas de mis mejores sobremesas han estado marcadas por su dulzor y acidez vibrante, carácter que desmiente la creencia de que son (o deben ser) empalagosos. Decía uno de mis maestros que el dulce empata con su igual, se perfecciona; si quiere alargar la noche con postres, caramelos, confites y chocolates debe tomarlos muy en cuenta.

¿Variedades? están los Sauternes, extraordinarios íconos de Burdeos; los Tokaji húngaros, y los grandes Trockenbeerenauslese alemanes, todos vinificados con uvas

atacadas por un hongo benéfico llamado podredumbre noble, que absorbe el agua y aumenta la concentración de azúcar en la fruta. Mención especial merecen los icewine o eiswein, catalogados como vinos dulces naturales que se producen con uvas recolectadas y prensadas cuando están totalmente congeladas. También existen los cosecha tardía o late harvest, vinos densos y concentrados en aromas dulces y frutales, muy sencillos a la hora de beber, elaborados alrededor del mundo con variedades como Moscatel, Chardonnay, Sauvignon Blanc, Sémillon, Torrontés...

“Oye Carlos, ¿y qué hay del Oporto?”. Caso aparte, mi estimado lector. Hablamos de un vino fortificado (también llamado encabezado o generoso), es decir, adicionado con alcohol vínico para aumentar su grado alcohólico y prolongar su tiempo de vida. Claro que existen variantes dulces pero, de igual forma, los hay semisecos o extrasecos.

Sobre esta línea y para la sobremesa. Jereces dulces: van re bien con quesos intensos, turrones y postres con caramelo. Madeiras y Oportos: son capaces de hacer frente a estofados, nueces, frutos secos y chocolates con buen porcentaje de cacao. Marsala: ideal para servir con bizcochos y cremas dulces. ¿A poco no se le antojó?

Concluyo repitiendo una de mis líneas favoritas: recuerde que no importan precios, galardones o puntuaciones ofrecidas por afamados sommeliers, el vino correcto para servir en esta temporada es aquel que hace vibrar SU paladar.

La última y nos vamos
La última y nos vamos

@Carlos_Borboa

carlos.borboa.s@gmail.com

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