Hace un par de semanas, el presidente Andrés Manuel López Obrador aseguraba en Tulum que el sargazo no significaba un problema grave para las playas del Caribe, minimizándolo al grado de mencionar que con una mínima inversión de 52 millones de pesos, sería suficiente para acabar con ese problema que hoy en día amenaza los colores turquesa que caracterizan las playas de la región.

Lo anterior, sucedió minutos después de que el gobernador de Quintana Roo, Carlos Joaquín González, solicitara ayuda desesperada a la federación, ya que diariamente se recogen mil toneladas de sargazo de las playas públicas, lo que, argumentó, pone en riesgo la derrama económica de 14 mil millones de dólares, a través de más de 17 millones de visitantes.

Sin embargo, la realidad, pese a los datos que tenga el gobierno federal es otra. La asociación de hoteles de la Riviera Maya ha estimado que en los primeros 5 meses del 2019, se han registrado pérdidas de hasta 20 millones de dólares, únicamente entre la Riviera Maya, Cancún y Puerto Morelos, entre el crecimiento desmedido de la presencia del alga y la inseguridad.

Además de la pérdida económica para quienes viven del turismo en la zona, la situación que el mandatario calificó como “no grave”, se encuentra el riesgo latente de desastre ecológico en la zona, ya que, no es coincidencia la llegada de esta macroalga, sino que es un indicador de contaminación, al tiempo que provoca mal olor en las playas, evidentemente descomponen el paisaje y por ende, afectan la llegada de turistas y la derrama de los mismos.

Asimismo, datos de la Unidad Académica Sistemas Arrecifales Puerto Morelos del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología, el sargazo puede aumentar hasta cien veces el daño ocasionado directamente por la actividad humana en mares y costas del Caribe. Pero no es gravísimo, dicen. La falta de oxigenación del agua y el cambio de color característico del mar, puede esperar. Pero ahora sí, desde el conocimiento científico, la situación es más grave aún: existen estimaciones de que no habrá forma de revertir el problema, por las grandes cantidades en las que está llegando y la imposibilidad de saber la frecuencia y volumen con el que se seguirá generando.

Es necesario tratar el problema desde el mar, aplicando investigación para no causar un daño mayor y controlarlo de la mejor manera, ya sea manteniéndolo en mar abierto, donde funciona como ecosistema, hogar de tortugas, pez dorado y volador, así como uno endémico conocido como pez dorado.

A fin de cuentas, el punto central radica en no minimizar problemas que afectan regiones tan productivas y benéficas para el país. No olvidemos que el turismo es la principal fuente de empleos directos e indirectos de la república, capaz de llevar bienestar a comunidades que de otro modo, no tendrían capacidad para subsistir. El turismo importa, nuestras playas importan y hay que atenderlas, urgente.

Analista. @azuletcheverry

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