A casi un mes de las elecciones, las encuestas respectivas sobre las contiendas en el Estado de México y en Coahuila revelan un virtual empate entre el partido en el gobierno (PRI) y su más cercano adversario (Morena en el primer caso, PAN en el segundo). Los resultados en ambos tendrán un impacto nunca visto en la siguiente sucesión presidencial. De ahí que los actores en pugna estén diseñando escenarios igualmente insólitos.

El más reciente corte de encuestas parece colocar al equipo del Presidente y a su partido, el PRI, en la encrucijada de conservarse como testigo pasivo ante su desplome en las intenciones del voto ciudadano rumbo a 2018, o intentar una fórmula que rompa esa inercia