Es injusto adjudicar los éxitos de Delfina Gómez a un solo hombre. Hacerlo es un acto ingrato porque produce desprecio sobre un ascenso honorable, sin pasadizos ni subterfugios

¿Cómo deslindar una educación impartida en el aula del autoritarismo y la inconciencia del trágico episodio sucedido la madrugada del viernes pasado?