
El Comandante Supremo declaró que en su gobierno “no se censura a los periodistas”. Es cierto, no los censura porque lo prohibe la Constitución, por lo que debe limitarse a insultarlos, agredirlos, calumniarlos...

El Comandante Supremo declaró que en su gobierno “no se censura a los periodistas”. Es cierto, no los censura porque lo prohibe la Constitución, por lo que debe limitarse a insultarlos, agredirlos, calumniarlos...

Para El Supremo, sumariamente, “el que insulta se degrada” y él no se degrada nunca. Bueno, algunas veces ha dicho “¡al carajo!”, pero sólo en circunstancias apremiantes

La revista Sentido Común acaba de lanzar una linda idea que consiste en convocar a la ciudadanía a escribirle al presidente cartas “como muestra de agradecimiento y despedida con el objetivo de visibilizar el sentir popular y preservar su legado”

Según el Humanismo Mexicano, la clase alta no tiene re-medio. Ni modo: “Ya se echaron a perder por la ambición al dinero, por la ambición al poder y eso los ofusca, eso los enajena”.

No deja de ser intrigante que hoy, cuando la sacudida Patria urde su camino electoral, la inasible X adquiera rango de símbolo y cifra, totem y tabú.

Fue asombroso que en esos tiempos una decena de hombres y mujeres laguenses se organizasen como “anónima sociedad”para leer y escribir literatura y discutir ideas.

Como ahora, en 1934 se argumentó que la educación incluye saber cómo funcionan los cuerpos. A diferencia de entonces, ahora la educación sexual tiene rango constitucional e incluye la perspectiva de género.

Tal cual: el joven Marx ya ha recetado que la transformación es irreversible y que los “nuevos mexicanos” estarán sometidos a ella a partir de agosto

Como a sus predecesores, al Supremo en funciones no le interesan mayor cosa ni la educación ni la ciencia como actos de libertad, y menos aún la clase media, que sí suele interesarse.

Llegó la SEP de la 4T y desapareció el libro, por orden de la Dirección de Materiales Educativos que lidera el trepidante pedagogo Marx Arriaga