Aquí en México hay demasiados prejuicios e intereses inamovibles en la vida pública; existen muchos “nuncas” y casi todas las opiniones son “irrefutables.”

¿Por qué nos gobiernan, regularmente, los peores? Porque las democracias fallidas, impostadas y muy poco eficaces ponderan al payaso, al político deslumbrante y a la mala retórica.

¿Quién no desea luego de presenciar y sufrir el deterioro mental de nuestras sociedades montarse en un caballo de madera y marcharse de una vez al infierno?