Kazán.— Argentina y Francia tienen mucho en común. A pesar de su extraordinaria riqueza individual, ninguno se ha mostrado a la altura de las expectativas.

En su camino al duelo de hoy en los octavos de final, la Albiceleste sobrevivió a una tempestad con el agónico triunfo 2-1 sobre Nigeria en el cierre de su zona. Un improbable empate ante la novata Islandia en el estreno y posteriormente una contundente derrota contra Croacia dejaron a Argentina al borde de una eliminación.

Francia, en cambio, terminó invicta y en la cima de su grupo con victorias sobre Australia y Perú y un empate con Dinamarca. Pero sin ambición ni intensidad.

El astro Lionel Messi, máximo artillero en la historia del seleccionado argentino, anotó un magnífico gol ante los africanos luego de dos partidos para el olvido. Por su parte Antoine Griezmann, emblema de Les Bleus, festejó uno pero con un rendimiento que ha sido de regular a malo.

Los dos equipos lo tienen claro. Para vencer al otro tendrán que mostrar su mejor versión.

Jorge Sampaoli, entrenador del combinado argentino, evalúa repetir el 11 que superó a Nigeria, algo que nunca ha sucedido en los 15 partidos que lleva dirigidos.

Mientras que Francia no ha perdido en sus últimos ocho enfrentamientos mundialistas ante selecciones sudamericanas y, más importante aún, no permitió anotaciones en siete de esos partidos. El último fue el del brasileño Careca en México 1986. En contraparte, el conjunto francés suma derrotas en sus dos partidos contra Argentina en las Copas del Mundo de 1930 y 1978.

No es la estadística lo que le preocupa a Francia.

El ganador de este cruce se enfrentará ante el sobreviviente del duelo entre Uruguay y Portugal.

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