En las últimas semanas tres agencias internacionales publicaron estudios que confirmaron tendencias poco esperanzadoras para el futuro de la democracia global. Cada vez son más los países que retroceden en términos de calidad de sus elecciones.

Freedom House es una organización añeja. Surgida en la Segunda Guerra Mundial, desde los años setenta del siglo pasado reporta anualmente el estado de los derechos humanos en el mundo. Su Informe 2024 da cuenta de 18 años consecutivos de retrocesos en las libertades. Sus mediciones reflejan caídas particularmente graves en términos de violencia, pluralismo e integridad electoral.

Es este último elemento el que mayor alarma causa en la revisión de los últimos doce meses. 26 países retrocedieron su puntuación en el índice electoral. Las causas son variadas y deben prender alarmas sobre lo que debe cuidarse en 2024, el año que más elecciones tendrá en toda la historia. Los ejemplos son variados. Pasan por las burdas intentonas que, desde el poder guatemalteco, se emprendieron para evitar que uno de los contendientes llegara a la segunda vuelta y, una vez electo, accediera al poder público.

Otras formas de manipulación del resultado electoral menos burdas y que fueron consignadas en el Informe incluyen casos en que los presidentes fueron reelectos a pesar de los límites constitucionales (El Salvador), el uso de artilugios legales para evitar que los opositores lleguen a la boleta electoral (Venezuela y Camboya), el uso de los medios de comunicación del Estado para difundir noticias contra los opositores (Turquía), o bien la concurrencia de plebiscitos diseñados para dar ventajas al partido en el gobierno, teniendo lugar el mismo día de la jornada electoral (Polonia).

Los datos son coincidentes con los de la revista The Economist, la cual publica anualmente un índice democrático que mide la calidad de las elecciones, el funcionamiento del gobierno, la participación política y la cultura cívica. Derivado de esas mediciones, concluye que el 7.8% de la población mundial vive en democracias plenas, mientras que el 39.4% lo hace en regímenes autoritarios. Esta última cifra crece año con año.

El Informe de este año es crudo. 68 países tuvieron retrocesos en el Índice de Democracia. De entre las regiones del mundo, Latinoamérica fue la que más retrocedió, completando así ocho años continuos de regresión.

La publicación británica destaca dos causas para explicar la ralentización. Por un lado, las pandillas, maras y crimen organizado han ido expandiendo su presencia territorial, lo que —fundamentalmente en Centroamérica— ha generado respuestas autoritarias. Un segundo problema está asociado a la violencia. Además, algunos países de la región han registrado altos grados de polarización, lo cual constriñe las capacidades asociativas y, por ende, el desempeño de los instrumentos de participación con que se cuente.

Una explicación adicional está dada por el Pew Reseach Center. Después de aplicar una encuesta mundial, el centro reportó que 59% de la población está insatisfecha con el funcionamiento de la democracia. Tres de cada cuatro personas creen que sus representantes electos no se interesan por sus necesidades.

En ese contexto, no es de extrañar que el estudio encuentre que, en los últimos ocho años la proporción de personas que preferiría que los gobiernos tomen decisiones sin la interferencia de congresos se ha incrementado. Uno de cada dos mexicanos entrevistados optó por esta alternativa

Este año puede ser aprovechado como una valiosa oportunidad para refrendar los valores y principios de la democracia y revertir años de deterioro. Para que sobreviva la posibilidad de que los pueblos decidan a sus gobernantes se necesitan demócratas que asistan a las urnas y luchen por sus libertades.

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