Como desde la creación de Estados Unidos, sus founding fathers temieron que la naciente democracia fuera cooptada por intereses particulares, la dotaron de diversos pesos y contrapesos para impedirlo.

No obstante, ello ocurrió: el 1% de la población ya acapara el 50% de la riqueza del país… distorsión que se registra globalmente. (Credit Suisse). Dichos intereses han perjudicado, económica, política y socialmente, al bien común, tal como lo patentiza la elección de Donald Trump. Aunque proclama defender a los pauperizados por la desigualdad de la época, pertenece a ese 1%, y lo ha hecho más rico. La manipulación populista para desviar la atención de la decadencia democrática y engañar a su base electoral iletrada, naive y rupestre, alcanzó el clímax en su tercer informe a la nación. Fue una mezcolanza de circo mediático, narcisismo megalómano, Teletón, reality show y chabacanería estilo Laura Bozo… jamás el país estuvo tan bien, ni los pobres, enfermos, negros, hispanos, etc. tan prósperos y felices. Triste espectáculo: los republicanos no terminaban de sentarse, cuando de nuevo se paraban vitoreando al vendedor de ficticios paraísos.

No fue un ejercicio democrático para informar a la nación, sino un montaje para opacar el juicio en su contra y promover su reelección. Aunque se esperaba su absolución porque los republicanos controlan el Senado, esa otra herramienta democrática también fue desvirtuada. No se juzgaron los dos cargos en su contra (abuso de poder y obstrucción al Congreso que si cometió) objetivamente, sino de manera partidista. De la misma forma que el pasado diciembre todos los republicanos votaron en la Cámara de Representantes contra el impeachment y los demócratas en favor, en el Senado los republicanos (salvo el valiente senador Mitt Romney) votaron por su inocencia, y los demócratas por su culpabilidad. Los intereses personales de Trump, de los congresistas y de quienes financian sus campañas, prevalecieron sobre el interés nacional.

La parodia en que se han convertido los informes a la nación y los juicios políticos al ejecutivo, manda un pésimo mensaje a la nación y al mundo: los populistas pueden hacer lo que quieran y salirse con la suya. Durante muchos años EU fue ejemplo de la mejor democracia; hoy día es ejemplo del populismo que destruye y corrompe la vida democrática. Incluso la civilidad política que también era ejemplo de tolerancia y madurez, sucumbió ante la polarización y encono atizados por el populismo que divide para imperar. Trump dejó a Nancy Pelosi con la mano extendida, y ella rompió el discurso del presidente. ¡Qué imagen se dio al mundo!

Lo acontecido anticipa una despiadada y sucia campaña electoral, en la que Trump, convencido de que puede hacer lo que quiera, recurrirá a cualquier cosa, por deleznable que sea, para reelegirse. Como las agresiones y humillaciones contra México fueron muy redituables en la contienda de 2016, no dudará en repetir la nefasta estrategia si le conviene. Ello máxime que aprendió que, lejos de que el gobierno de la 4T confronte decididamente los graves problemas del país (criminalidad, desaparecidos, asesinato de periodistas, feminicidios, “0” crecimiento económico, caída del PIB, aumento del desempleo, crisis humanitaria con 60 mil migrantes, etc.) que incluyen las presiones y exigencias de Washington, se evade con distractoras rifas presidenciales, cambiando el calendario cívico, asilando a dictadores fraudulentos, haciendo reclamos al rey de España, etc. Los populistas florecen, se entienden, se complementan, y socaban la democracia.


Internacionalista, embajador de carrera y académico.

Google News

TEMAS RELACIONADOS