En medio del vendaval, el 15 de julio arranca el periodo de verano del apabullado Poder Judicial. Oficiales, Secretarios, Jueces, Magistrados y Togados gozarán de quince días de asueto, paralizarán labores, sin importarles los cientos de miles de seres humanos que esperan sus resoluciones. Es el único de los tres Poderes de la Unión que cierra puertas.

En su participación en el foro por la reforma, el Ministro Laynez Potisek reconoció la gigantesca zanja que los separa de la sociedad. Sus actos lo demuestran, sin sensibilizarse por quienes acuden en busca de amparo, queda claro que los ven como una carga, hacen ‘concha’, y bajan la cortina. No se discute la legitimidad de la prestación sino la impasibilidad con que actúan en un momento tan determinante en el que aflora su indiferencia ante las graves circunstancias por las que transitan. Si lo propio no les interesa mucho menos la sed de justicia de millones de mexicanos. El empleado que está a punto de ser despedido, despreocupado, prefiere su recreo.

El sello de la casa es el rezago, los juicios tardan años, evaden resolverlos, construyen pleitos generacionales; el manipuleo en los turnos, venta de proyectos, sentencias sesgadas y un innegable divorcio con la colectividad. No se confía en su persona, tampoco en sus fallos.

El compromiso del juez radica en preservar el orden que dan las leyes. En él se deposita la más notable de las funciones a cargo de la autoridad: el imperio de la norma. Esto significa un trato igual entre el potentado y el desposeído bajo el cobijo de la Constitución. Todo a tiempo. Es ilusorio. No lo tenemos.

Es verdad, la gran deuda de la humanidad con la misma humanidad es la justicia, pero el caso de México es escandaloso. World Justice Project en su informe anual reporta un creciente deterioro en el gobierno abierto, combate a la corrupción, Estado de Derecho e impunidad, dando como resultado que el país sea uno de los peores en legalidad. Ubicado en el número 116 de 142, lejos del primero, Dinamarca. En América Latina ‘no cantamos mal las rancheras’, se ranqueó en la posición 27 de 32. El sitio de honor es para Uruguay.

En la judicatura existen funcionarios probos, entregados, con integridad intelectual que sudan en inhumanas jornadas en ambientes de constante acoso. A pesar de esas condiciones, varios de ellos, pretenden forjar sus carreras, dejar huella de su dignidad. No podrán. La inercia de la decisión se los llevará y los perderemos.

De cara a los embates, se supondría que la Ministra Norma Piña asumiera la categoría de estadista, evitando ausencias, ampliando horarios, incrementando su productividad, abriéndose a la población; pareciere que no se ha enterado de que los quieren aniquilar. Hay que avisarle. Gravita en su burbuja dorada. La Corte a semanas de ser arrasada, no se preocupa, en lugar de eso se van a vacacionar.

Es una tragedia.

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