El Covid-19 ha generado una crisis económica con un efecto desastroso en el mundo laboral. La cual anticipa el crecimiento de la pobreza y una secuela de problemas sociales.

Hay 4 datos clave:

Casi 12 millones se quedaron sin trabajo entre marzo y mayo. El dato de 1 millón 113 mil corresponde sólo a la pérdida de empleos registrados del IMSS.

En total, hay 21 millones 600 mil personas desempleadas, una tasa de 33%. El 4% corresponde sólo a la “desocupación”.

También hay cierre de empresas y unidades económicas, 767 mil empleadores. Y entre quienes aún tienen trabajo, también padecen reducción de ingresos.

Estos son datos oficiales del INEGI. Muestran la dimensión real de una emergencia sin precedente.

Una confusión frecuente se da por tomar como referencia únicamente los registros del IMSS. De acuerdo a las cifras más recientes, al 30 de junio, había una reducción de 1 millón 113 mil empleos registrados en el Instituto. Pero el IMSS es sólo la “punta del iceberg”. Como es sabido, casi 60% de las personas ocupadas carecen de afiliación al IMSS.

Otra confusión es reducir el desempleo a la desocupación. Antes del Covid, y por muchos años, la tasa de desocupación en México se ubicaba por debajo del 3%. Lo cual no es comparable con países con mayor desarrollo cuyas tasas oscilaban entre el 6 y el 10% (España, Alemania, EU), antes de la crisis.

En realidad, en México, el desempleo debe considerar no sólo a quienes están desocupados, sino también a quienes están “disponibles”, aunque no buscaron trabajo en los últimos 15 días, por que consideran que no lo encontrarán. (Esa es la diferencia para ser clasificado como “desocupado” o como “disponible”: buscar trabajo en los últimos 15 días).

La pandemia ha confirmado que el desempleo se “oculta” entre los disponibles. Resulta que desde principios de año el número de desocupados no se ha movido de manera significativa (poco menos de 2 millones en marzo, abril y mayo).

Sin embargo, el número de personas disponibles, se disparó. De marzo a mayo subió casi 14 millones de personas más. Así que la tasa de desempleo total, no es 4% que solo contabiliza “desocupación”, sino 33% y afecta a un total de 21 millones 600 mil personas.

Las empresas están cerrando y en serios problemas. El número de patrones en el IMSS se redujo solo en 5 mil. Nuevamente es la punta del iceberg. De acuerdo al INEGI, había 2 millones 727 mil empleadores en marzo y quedan 1 millón 960 mil en mayo, son 767 mil menos, en sólo 2 meses, casi 1/3 menos.

La caída de ingresos también es muy relevante. Hay muchas menos personas con trabajo. Y de ellas, seis de cada 10 tienen un ingreso laboral menor a 2 canastas básicas. No pueden mantener a una familia de 2 personas, quien trabaja y otra más.

Se han perdido empleos mejor pagados. Hay una reducción de 1 millón 200 mil personas con ingreso laboral mayor a 12 mil pesos al mes entre marzo y mayo.

La pérdida de ingresos se puede explicar en parte por el aumento de la desocupación. La subocupación casi se triplicó, son 13 millones 72 mil personas, eran 4 millones 685 mil a inicio de año. La subocupación afecta a personas que trabajan menos horas de las que pueden y requieren.

El gobierno no es responsable de esta crisis. Pero sí lo es de tomar medidas efectivas para enfrentarla. Y los programas sociales actuales no bastan. Por eso la propuesta del #IngresoVital es muy importante.

El “Ingreso Vital” no es lo mismo que ingreso “ básico universal o ciudadano”. No es para para todos. Es una transferencia de emergencia, temporal y solo para millones de personas que perdieron su trabajo. Entender las cifras y la magnitud de la emergencia laboral es relevante por eso. Porque urge actuar. Y hacerlo bien, con un monto suficiente.


Consultor internacional en programas sociales.
@rghermosillo

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