El 17 de diciembre de 1999, la Asamblea General de Naciones Unidas aprobó la resolución 54/120 mediante la que se declaró el 12 de agosto como el Día Internacional de la Juventud. Ello, a fin de hacer un llamado de atención a la comunidad nacional e internacional acerca de las problemáticas que enfrentamos las y los jóvenes, en aras de coadyuvar a desarrollar nuestro potencial como protagonistas del presente y del mañana.

En el caso de nuestro país, en poco menos de 71 años, pasamos de tener una proporción de cerca de 6,951,176 millones a 37,504,392 millones de personas jóvenes, lo que hoy se traduce en nuestra presencia y trascendencia en todos los ámbitos al representar la tercera parte de la población nacional.

No podemos obviar qué un gran porcentaje de la población joven de nuestro país vive en condiciones que impiden el pleno goce de sus derechos humanos, esto, consecuente y lamentablemente, se traduce en una vulneración a nuestra dignidad y proyecto de vida.

Así, en concordancia con el pensamiento del profesor de la Universidad de Harvard, Michael Sandel, es muy difícil pensar en el bienestar de las juventudes cuando a nivel subnacional, “El primer problema de la meritocracia es que las oportunidades en realidad no son iguales para todos”.

Por si fuera poco, resulta complejo imaginar un impacto sustantivo por parte de los entes gubernamentales cuando existe poco o nulo compromiso con la perspectiva de juventudes al seno de la acción de gobierno, de allí la importancia de atender con urgencia el numeral de 14 de la resolución que da vida a este día y en la que se “insta a los gobiernos a que velen por que se reflejen las perspectivas de los jóvenes en los programas y las políticas nacionales”.

Por otro lado, si bien se presentó un avance importante con la adición del décimo octavo párrafo al artículo 4 de la Constitución Federal el pasado 24 de diciembre de 2020 en materia de juventudes, otro reto subsistente para el Gobierno de México y el Senado de la República es la ratificación de la Convención Iberoamericana de Derechos de los Jóvenes, pendiente desde 2008.

En suma, el reconocimiento de las personas jóvenes como sujetos de derechos y bajo una perspectiva acorde con las distintas realidades socioeconómicas, políticas, culturales y tecnológicas del país, nuestros estados y municipios, ya no puede postergarse. Las transformaciones enunciativas de nada sirven a las juventudes.

Finalmente, mi único deseo para éste, nuestro Día Internacional de la Juventud, es que todos los jóvenes podamos cumplir los anhelos que haya en nuestro corazón.

Considero que la lucha no es contra nosotros mismos; es contra las viciadas formas impuestas por el adultocentrismo.

Los jóvenes no podemos ni debemos ser títeres de nadie, sino constructores y protagonistas de la mejor versión de nuestro municipio, nuestro Estado, nuestro país y del mundo entero.

A ti que me lees, que nunca te falte coraje y valentía, porqué éste es tu momento: Nuestro momento.

¡Feliz Día Internacional de la Juventud!

Campeón de Oratoria 2020

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