Si Carlos Romero Deschamps libra la cárcel tras su renuncia hoy a la dirigencia del sindicato petrolero , difícilmente soltará el control real del poderoso gremio. Evidencia del aserto es que deje al frente como interino a un incondicional de todas sus confianzas, el diputado priista por Veracruz y a la sazón secretario del Interior, Manuel Limón Hernández . Éste deberá convocar en el término de un mes a la elección del nuevo dirigente nacional, lo que sugiere que conducirá un proceso en el que Romero Deschamps bien podría determinar quién lo sucede, lo que descarrilaría la pretensión de una elección por voto abierto, directo y secreto de los trabajadores.

El poder que Romero Deschamps ejerce en el gremio petrolero es tan conocido como las corruptelas y excesos cometidos durante los 26 años en los que estuvo al frente del Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana. De manera que permanecer impune de sus probables latrocinios, le facilitaría mantener el control absoluto del sindicato.

De ahí la importancia de robustecer las dos denuncias que según informó el presidente López Obrador en su conferencia mañanera han sido interpuestas ante la Fiscalía General de la República. La 4T habría incurrido en un grave error si, como algunos especulan, la dimisión del líder petrolero fue negociada a cambio de impunidad.

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