El mundo digital está lleno de mensajes ofensivos. Ese entorno hostil y anónimo se ha convertido en el caldo de cultivo ideal para el aumento de la violencia de género. Hay contactos mediante identidades falsas, publicación de imágenes íntimas, críticas por la apariencia personal, insinuaciones sexuales y muchas otras expresiones que se lanzan en el mundo virtual pero tienen repercusiones en el mundo real.

Olimpia Coral Melo fue víctima de este tipo de violencia. Su expareja difundió un video con contenido sexual sin su consentimiento y esto detonó un infierno de humillaciones, burlas y agresiones. La juzgaban y criticaban a ella cuando el delincuente era él. Sin embargo, compartir material con estas características no estaba tipificado como delito. Eso llevó a Olimpia a encabezar una lucha para promover una ley que penalizara estas acciones.

Hace unos días volvió a hablar al respecto con una fuerza muy inspiradora: “Cuando me pasó había cero probabilidades de que la gente lo identificara como violencia. Veían a la mujer como culpable. Me daba mucha rabia. Ya me habían visto todos, así que decidí luchar. Un día vamos a regresar por la puerta grande y a hacerles entender que culpables ustedes, vergüenza ustedes, sucios ustedes. Los que deberían esconderse son ustedes, los que comparten, los que difunden.”

El 5 de noviembre de 2020 el Senado aprobó la Ley Olimpia, un conjunto de reformas que reconocen la violencia cibernética y sancionan los delitos que violan la intimidad sexual en el mundo virtual. Olimpia lo logró, entró por la puerta grande, la de la Cámara Alta. La ley que impulsó fue aprobada por unanimidad y es hoy una herramienta muy importante para el combate de estos delitos.

Sin embargo, la violencia digital lejos de disminuir ha aumentado. De acuerdo a la encuesta realizada por el INEGI en 2017, una de cada tres mujeres en este país la ha sufrido. Las menores de edad no se salvan de esta violencia. Ese mismo sondeo encontró que el 33 por ciento de las mujeres entre 12 y 19 años han sido víctimas de acoso digital. Y es que, si bien ya contamos con una legislación, su implementación no ha sido eficiente. Ese tipo de agresiones quedan impunes, como casi todos los delitos en México.

Ante eso, es muy importante concientizar y compartir información en torno a esta problemática. Hay que entender que quien difunde material íntimo sin consentimiento de los involucrados es un delincuente, pero quien lo consume se convierte en su cómplice. El daño para las víctimas de esa difusión no sería tan brutal si no existiera tanta gente dispuesta a ver imágenes sexuales con estas características.

Olimpia tiene una enorme fuerza y cuenta con el cobijo de su familia, pero muchas jóvenes enfrentan agresiones similares totalmente solas y vulnerables. Ante el dolor, la vergüenza y la humillación, optan por el suicidio. La violencia digital no se queda solamente en el mundo digital. Lastima y hasta mata en el mundo real.

@PaolaRojas