Del 7 al 18 de marzo de este año se llevará a cabo en la sede de las Naciones Unidas en Nueva York, la Cuarta Conferencia Intergubernamental (IGC4) del Proceso BBNJ (Biodiversidad más allá de la Jurisdicción Nacional). Este proceso busca que los países del mundo adopten un Tratado Global de los Océanos que permita protegerlos de actividades humanas dañinas como la pesca industrial, la extracción petrolera, la contaminación por plásticos y la minería en aguas profundas, entre otras.

Las fechas ya han sido confirmadas después de casi dos años de retraso debido a la pandemia de COVID-19, que ha impedido la continuación de las negociaciones internacionales por las restricciones sanitarias. Si bien en estos años los países han mantenido reuniones intersesionales para avanzar temas como la definición del contenido del Tratado, aún falta mucho por hacer para poder garantizar que este 2022 sea el año en el que contemos finalmente con un Tratado Global que proteja los océanos del planeta.

Para ello es esencial que los países se comprometan a construir y a aprobar, no solo en la IGC4 sino también en las reuniones que se están llevando a cabo antes de marzo, un Tratado fuerte que realmente contribuya a alcanzar el objetivo 30x30. Los científicos han alertado sobre la urgente necesidad de proteger al menos el 30% de los océanos para 2030 mediante la creación de santuarios marinos en donde se controle la realización de actividades humanas dañinas, es decir, que necesitamos un Tratado que favorezca la creación de áreas marinas protegidas (AMPs) y que cuente con organismos y mecanismos con el mandato y fuerza suficiente para asegurar la vigilancia y protección completa de estas áreas.

Ante esto, ¿Qué papel desempeña México? El gobierno mexicano ha asumido una posición constructiva y de liderazgo regional, en sintonía con su tradición diplomática, a favor de un Tratado Global de los Océanos que sea aprobado este 2022. Sin embargo, la posición de nuestro país debería volverse aún más ambiciosa para asegurar que este Tratado no solo sea aprobado sino que además realmente cuente con la fuerza que necesita para llevar al cumplimiento del objetivo 30x30. Para esto, es esencial que México favorezca en el contenido del Tratado que éste tenga un organismo propio que se encargue de asegurar y revisar que se dé cumplimiento a las disposiciones del Tratado (como es supervisar el correcto funcionamiento de las AMPs), trabajando con los organismos existentes pero sin depender de ellos para la protección de la biodiversidad en aguas internacionales. Además de que se garantice como prioridad la creación de AMPs totalmente protegidas.

Los océanos enfrentan grandes amenazas, como el cambio climático, lo que nos ha llevado a una crisis oceánica como nunca antes vista, donde la presión sobre la biodiversidad marina está llevando a graves problemas como el blanqueamiento de los corales, la extinción de especies, la sobreexplotación de poblaciones de peces por la pesca industrial, e incluso a afectaciones en el suministro de alimentos o en los modos de vida de millones de personas que en el mundo dependen de los océanos para alimentarse y sobrevivir, entre otros problemas. El tiempo se acaba para nuestros océanos, el momento de actuar es ahora, y la IGC4 es una gran oportunidad para ello, no la dejemos pasar.

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