“El reconocimiento no sólo es una cortesía que debemos a los demás: es una necesidad humana vital”.
-Charles Taylor.


Para Olga Sánchez Cordero

Poco sabemos de las contribuciones de las mujeres a la Historia de México en comparación con lo que los hombres han contado sobre sí mismos desde tiempos inmemoriales. Las niñas y jóvenes de hoy necesitan referentes, modelos aspiracionales que las motiven y les demuestren que es posible llegar a donde se propongan, aunque el camino tenga obstáculos.

Muchas mujeres han luchado para que México sea un país más justo, participando en las transformaciones más trascendentales de la Nación. Por citar solo algunas, Gertrudis Bocanegra Mendoza armó una red de comunicación entre las principales sedes de la rebelión independentista; Ignacia Riesch Mallén arriesgó su vida al apoyar al partido liberal durante la Guerra de Reforma; Carmen Serdán Alatriste fue una revolucionaria que contribuyó a derrocar la dictadura de Porfirio Díaz. Pero no solo le debemos lo que somos a las que la historia ha retenido con nombre y apellidos, sino también a los millones de mujeres y niñas anónimas que día a día construyen el país haciendo tareas infravaloradas pero esenciales para el sostenimiento de la vida, de la educación, de la cultura, de la economía, de la sociedad y de la política.

En un intento por reescribir la historia y darles a las mujeres el lugar que se merecen, la semana pasada se inauguró en el Centro Cultural Los Pinos la exposición “Mexicanas Forjadoras de la Patria” que rinde homenaje a 19 mujeres cuya participación fue clave para la creación del México que conocemos hoy, como Juana Inés de la Cruz; María Josefa Ortiz; Leona Vicario; Margarita Maza, entre muchas otras, cuyas historias vale la pena conocer.

En el México actual, las mujeres desempeñamos un papel fundamental para hacer realidad la cuarta transformación y construir un Estado de bienestar y de desarrollo, democrático y en paz. Una de ellas, una gran forjadora de patria y matria, es Olga Sánchez Cordero, la actual presidenta de la mesa directiva del Senado de la República, que no solo fue la primera mujer notaria en la Ciudad de México sino también la primera mujer secretaria de Gobernación. Su talento, sus capacidades, su entrega y compromiso con las causas justas de esta administración la colocan en un lugar especial para todas quienes hemos tenido la suerte y el privilegio de acompañarla en un tramo del camino.

Su trayectoria de dos décadas como ministra de la Suprema Corte de la Nación se caracterizó por su enfoque progresista y su lucha por el empoderamiento de las mujeres y el respeto a los derechos humanos, con fallos emitidos a favor del matrimonio igualitario, el debido proceso y los derechos sexuales y reproductivos.  Ninguna de estas agendas se impulsa sola en nuestro mundo, ni crece sin el trabajo cotidiano, sin las palabras y los argumentos adecuados dichos con decisión y siempre con valentía. Olga es un ejemplo para muchas de nosotras y una inspiración para las más jóvenes.

Durante su paso por la Secretaría de Gobernación, su principal objetivo fue la pacificación del país, promover la igualdad y los derechos humanos; y dar respuesta a uno de los problemas más acuciantes de nuestra sociedad: la violencia contra las mujeres, para lo que creó y lideró el Grupo Interinstitucional de Estrategias contra las Violencias hacia las mujeres, niñas y adolescentes (GIEV), coordinación esencial para desarrollar e implantar modelos integrales de prevención, protección y atención a la violencia contra las mujeres. También acompañó los temas de derechos sexuales y reproductivos. Ahora, desde el Senado, su cometido será apoyar las reformas prioritarias para consolidar la Cuarta Transformación. Olga Sánchez Cordero es un ejemplo inspirador para muchas de nosotras y por ello tiene todo nuestro reconocimiento. 

Reconocer el trabajo, la valentía, el esfuerzo, la claridad en las estrategias para seguir avanzando colectivamente es una parte esencial de la lucha de las mujeres. Olga sabe esto y sabe que las mujeres no avanzamos solas, que formamos parte de ese todo complejo y plural, diverso, que se esconde detrás de la palabra “mujeres” y que nos debemos a ellas.



Presidenta del Instituto Nacional de las Mujeres

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