Parece que ha pasado una eternidad desde que el torneo de , en el desierto de California, fue suspendido en febrero, a solamente unas horas de que comenzara, causando una gran notoriedad, pues ya estaban en la sede todos los protagonistas. Inmediatamente después vino el efecto dominó y se empezaron a cancelar todos los eventos de tenis, como muchos otros en deportes profesionales y amateurs.

Roland Garro

s decidió posponer la fecha unilateralmente y hacer su torneo inmediatamente después del US Open, causando enojo, principalmente entre los mejores tenistas del mundo, ya que argumentan que no tendrán punto de reposo entre los dos certámenes, siendo ellos los que avanzan hasta las finales.

Los organizadores del US Open se empeñan en llevarlo a cabo, a pesar de que Roger Federer estará ausente, porque se operó la rodilla, y Rafa Nadal dice que hoy no estaría dispuesto a jugar en Nueva York, pero que quizá dentro de dos o tres meses la cosa podría ser diferente.

Por otro lado, Novak Djokovic —número uno del mundo y presidente del Sindicato de jugadores de la ATP— dice que sería muy aventurado jugar en la ciudad más castigada del mundo por el Covid-19. Entre las damas, Simona Halep se une a los caballeros, pero preferiría no participar, mientras que Serena Williams, Naomi Osaka y Coco Gauff no se han manifestado.

¿Por qué el US Open y el Roland Garros quieren hacer sus eventos a como dé lugar? Simple y sencillamente porque están comprometidos con los derechos de televisión y los patrocinadores, y no desean dejar de obtener esas entradas millonarias de dinero. Los jugadores son —de alguna manera— contratistas independientes; pueden opinar y decidir si juegan o no, pero les puedo asegurar que —si se celebra el torneo, con las condiciones que imponga el organizador— los tenistas no tendrán alternativa y, de que van, van.

La inmensa mayoría de los jugadores y jugadoras no tienen la fortuna de haber ganado millones y millones de dólares en torneos y cientos más en contratos y publicidad, como es el caso de Djokovic, Federer, Nadal, Osaka y Serena, así que existe una controversia mayúscula entre los jugadores, los promotores, la televisión y patrocinadores, ya que el resto de los tenistas necesita trabajar, ganar dinero y, por lo tanto, necesitan jugar torneos.

Jugar sin público es una opción, aunque no es atractivo ni para el jugador, ni para el patrocinador, ni para la audiencia televisiva; sin embargo, los organizadores están forzando la situación, tanto en Nueva York como en París. El problema es que las condiciones sanitarias no están bien en las dos ciudades.

¡Vamos! No es solamente el tenis profesional, es todo lo que incluye la multimillonaria industria del deporte, que —como todas— está sufriendo lo que no nos podemos ni imaginar, a causa de la pandemia.

luis@vamosdeportes.com

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