La diferencia entre encuestas que miden la elección presidencial ha generado confusión entre votantes atentos a las campañas, así como entre comunicadores: ¿Cuál es la verdadera distancia entre Claudia Sheinbaum (CS) y Xóchitl Gálvez (XG)?

Motivados por conocer los determinantes de las amplias preferencias por CS, este jueves presenté un análisis, junto con Joanna Quintanar, consultora de Spin, en la 81ª conferencia anual de la Midwest Political Science Association, que compara el perfil de votantes que apoyaban a Andrés Manuel López Obrador (AMLO) en 2017 y los que apoyaban a CS en 2023, justo después de ser nominados por Morena y sus aliados como los candidatos presidenciales. Para nuestro estudio utilizamos dos encuestas de Defoe (cuyas bases de datos y cuestionarios completos pueden obtenerse de forma gratuita en defoe.mx).

Si bien el voto por CS en noviembre de 2023 es 56 por ciento mayor al que proyectaba AMLO en noviembre de 2017, uno de nuestros principales hallazgos muestra que la desaprobación de Enrique Peña Nieto pesa menos en el voto en 2017 de AMLO que lo que influye la aprobación de AMLO en el voto en 2023 de CS. Más aun, simpatizar con Morena está altamente correlacionado con el voto por CS en 2023 (aunque menos que con AMLO en 2017), mientras que mayor edad y recibir programas sociales influyen en el voto de CS solamente entre votantes no sofisticados (con menor escolaridad al promedio). Por otra parte, entre votantes sofisticados, simpatizar con el PRI o el PAN, o ver noticieros de en televisión fueron en contra del voto por AMLO en 2017, mientras que solo simpatizar con el PAN se mantuvo estadísticamente significativo contra el voto de CS en 2023 entre estos mismos votantes.

Desde una primera aproximación, visualizamos dos interpretaciones: la primera, que la base de voto de CS en 2023 es más partidizada a favor de Morena que la de AMLO en 2017. Es decir, el voto sofisticado que dio el triunfo a AMLO no está con CS; y la segunda, que existe una alta sobreestimación de Morena debido a la falla en obtener respuestas fidedignas del voto opositor, que similar a lo que ocurría previo a la primera alternancia en la Presidencia en 2000, hoy se agrava por la presencia creciente del crimen organizado en diversas zonas del país y, sobre todo, a la entrega de programas sociales.

Paradójicamente, las encuestas preelectorales en México enfrentan retos de credibilidad, al mismo tiempo que se mantienen como el más fiel indicador del éxito o fracaso de las estrategias de las y los candidatos en campaña.

La falta de transparencia en la publicación completa de bases de datos y cuestionarios de las encuestas publicadas en medios de comunicación y redes sociales impide verificar la validez científica de los ejercicios estadísticos, lo que estimula que cualquiera publique resultados de encuestas con solo una imagen y cumpla con entregar información incompleta o parcial a las autoridades electorales.

Por su parte, actores políticos aprovechan esas mismas encuestas publicadas para generar la percepción de triunfo anticipado o de competencia cerrada, según sea el caso. Las encuestas preelectorales en México: tan alejadas del método científico y tan útiles para la propaganda.

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