Sofía de 17 años es obligada a prostituirse en uno de los hoteles que tiene la familia de su esposo en Tenancingo, Tlaxcala. No puede pedirle ayuda a sus padres, que viven en otro estado, porque le han quitado el teléfono y el dinero. También le han quitado a su hija. Su suegra se encarga de cuidarla y con eso anulan sus ganas de escaparse. Todo por enamorarse de alguien que le ofrecía casa, una familia y un buen coche. Pero aquí su príncipe, a diferencia de los cuentos de hadas, en realidad, siempre fue un proxeneta. Esa es su chamba.

La trata de mujeres es una forma de vida en Tenancingo y otros municipios. Se repite en otros estados y sus tentáculos llegan hasta lugares como Nueva York o Houston. Se repite en el tiempo y se ha retratado en reportajes y documentales nacionales e internacionales. Como ejemplo está “Tenancingo, viaje a la capital de la esclavitud sexual en México”, de BBC Mundo en 2012, Tierra de padrotes, libro de Evangelina Hernández (Tusquets 2015) y una investigación más reciente de Melissa Amezcua y Humberto Padgett en 2020 (http://eluni.mx/y_g7f24fe)

Tenancingo, con menos de 15 mil habitantes, ha sido considerado el mayor foco de trata de personas de Norteamérica, según el gobierno de Estados Unidos. Paulino Ramírez Granados y Raúl Granados Rendón son algunos de los tratantes más buscados por el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) de ese país que fueron exitosamente detenidos. Por su parte, el FBI ha cerrado burdeles y liberado a decenas de víctimas mexicanas. ¿Por qué los golpes a estas redes criminales de Tlaxcala se han dado fuera de nuestras fronteras?

Parte de la respuesta tiene que ver con la idea de fragmentación. En el pasado, la Procuraduría General de la República se organizó de forma que el combate al crimen respondía al criterio nominal de delitos. La investigación criminal, por tanto, debía desplegarse para combatir conceptualizaciones legales en vez de investigar fenómenos delictivos orquestados por personas o personas organizadas en redes de colaboración. Parece un tema simple, pero no lo es. En casos como los de Tlaxcala, ¿cuál es el delito que se comete? ¿Es secuestro, trata, tráfico de armas, tráfico de personas, homicidio, violación o lavado de dinero? ¿Es un sólo delito, una secuencia de éstos o una simultaneidad de conductas delictivas?

El mal diseño de la PGR, en el pasado, impidió que redes criminales fuesen eficazmente investigadas. Mientras algunos ministerios públicos federales atendían una partecita de un caso, sus propios pares, en la misma PGR, en otro lugar del organigrama, se dedicaban a otros pedazos. Así, los funcionarios se quedaban analizando, ad perpetuam, una rebanada de información sin considerar el pastel completo.

La posibilidad de eliminar esta fragmentación en la forma tradicional de investigar delitos por la PGR se atacó en la Ley Orgánica de la Fiscalía General de la República aprobada antes de arribar Alejandro Gertz Manero a encabezar esta institución. Sin embargo, la semana pasada el Senado de la República aprobó, incitado por el propio Fiscal General, una serie de modificaciones a esta ley. Parte de los cambios retornan al modelo de investigación criminal fragmentado que tanto ha abonado en mantener vivas e impunes a las organizaciones criminales en el país. Si la cámara baja no corrige el rumbo, seguiremos teniendo una Fiscalía General disfuncional y los crímenes más importantes en México seguirán siendo investigados y sancionados en Estados Unidos.

Investigadora en justicia penal.
@laydanegrete