“Es un honor estar con Obrador”, corearon los cientos de mexicanos que acudieron al encuentro del Presidente en Washington DC.

Sin duda es la rima que más incomoda a los conservadores que impacientes esperan el primer tropiezo del Mandatario para celebrarlo y compartirlo. Se coronan victoriosos al encontrar motivos estúpidos para mofarse, y éstos van desde los zapatos, posturas, pronunciación y hasta el golpazo que se ganó la no Primera Dama, cuando le salió del alma el deseo de ser vitoreada por los paisanos y no se percató de la altura de la ventana.

El segundo encuentro del presidente mexicano con su homólogo de Estados Unidos por muchísimas razones resultaba importante y muy interesante, especialmente después de dejarlos colgados en la Cumbre de las Américas celebrada en Los Ángeles, California, y desde luego por conocer la evolución de una relación que inició con el amor declarado a Donald Trump cuando Joe Biden era “el adversario”.

Y sí, hay algunos detalles, gestos y formas que dicen mucho; lo que vimos esta semana fue el más gris de los eventos binacionales. Andrés Manuel y Beatriz Gutiérrez no se hospedaron en la Casa Blanca, el presidente anfitrión y su esposa no les dieron personalmente la bienvenida a Washington como usualmente se hace; no hubo cena, no hubo reunión con representantes de la comunidad mexicana en Estados Unidos y tampoco asistió Joe Biden a la reunión con empresarios mexicanos, como lo anunció el gobierno de López Obrador.

Sin embargo, lo anterior resultaría irrelevante, pues el éxito o fracaso de un encuentro bilateral (y como casi todo) se reduce a números. Y a pesar del rechazo de esta administración por el uso de indicadores para medir otra cosa que no sea aprobación del presidente, son justamente SUS números lo único que quedará cuando la popular figura se haya ido.

Pero hablemos de los números de esta reunión, que al restarle las palabras son muy pocos y no parecen del todo positivos cuando estos comprometen más a México que al país más poderoso del mundo.

La Ley Bipartidista de Infraestructura del presidente Biden incluye 3.4 mil millones de dólares para ejecutar 26 proyectos de construcción y modernización de puertos de entrada terrestres en la frontera norte y sur, que buscan mejorar el comercio compartido, México comprometió mil 500 millones de pesos en infraestructura fronteriza y la compra de 20 mil toneladas de leche en polvo y hasta 1 millón de toneladas de fertilizante para distribuir en nuestro país, éstas son las medidas robustas con las que combatirán la inflación. Por cierto, en ánimo de buen vecino, el Presidente y líder de la 4T les ofreció a los habitantes del país más rico del mundo la posibilidad de adquirir gasolina en ciudades fronterizas, se le olvidó que la gasolina en México es más barata porque es subsidiada con recurso público, recurso que también podría destinarse a la compra de medicinas, equipo médico, construir hospitales, mejorar carreteras, etc.

Por su parte, el presidente Joe Biden prometió más visas de trabajo, pero no dijo cuándo ni cuántas, pidió paciencia en temas migratorios y soportó un monólogo de media hora que ya cuenta como logro, pues podría dejar más beneficios a su partido que a México, y es que todo indica que esta brevísima y vacía reunión no ambicionaba más allá de la foto de los presidentes que enviaría un mensaje de amistad a la comunidad mexicana, esto de cara a las elecciones de noviembre donde Biden podría perder más que México en el subsidio de la gasolina.

“Es un honor estar con Obrador”, se escuchó a los pies de Luther King y de Roosevelt, era la voz de los paisanos que no han regresado al México Transformado, el más seguro, menos corrupto y más próspero, gobernado (como se vitoreó) por el mejor presidente del mundo.

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