La recuperación de la economía mexicana después de la pandemia ha sido mejor a la esperada. El primer semestre del año ha traído consigo indicadores que dan pie a un panorama más positivo para el resto del año, con una economía creciendo por encima de 3.0%, superior a lo pronosticado a principios de año; una tasa de desempleo en mínimos históricos y un consumo que se mantiene fortalecido, amén de una inflación general que va en franco descenso tanto para los consumidores como para los productores. Sin embargo, se debe ser cauteloso con las señales porque se puede estar en el umbral de un sobrecalentamiento de la economía que dé al traste con lo avanzado.

Una economía sobrecalentada es aquella que ha registrado un periodo demasiado rápido de crecimiento en un corto periodo de tiempo, lo que en conjunción de una tasa de desempleo por debajo de la media puede llevar a desequilibrios y a una serie de riesgos que deben ser considerados y gestionados de manera adecuada.

Uno de los riesgos más inmediatos del sobrecalentamiento económico es la inflación, ya que un crecimiento sostenido puede generar una demanda alta de bienes y servicios, lo que a su vez aumenta los precios. Si esta dinámica no es controlada, puede dar lugar a una espiral inflacionaria que reduce el poder adquisitivo de los ciudadanos y desestabiliza los mercados, afecta negativamente a los ahorros y las inversiones, la historia económica de nuestro país es abundante en estos temas.

Luego de episodios de alta inflación provocados por la coyuntura internacional, el nivel general de precios ha empezado a regresar hacia el objetivo (sin lograrlo aún). Sin embargo, la persistencia de la inflación subyacente que en julio se ubicó 6.64%, es un factor de vigilancia. El aumento en las tasas de interés ha pretendido controlar las expectativas de inflación y frenar el gasto excesivo, pero parece que las presiones externas e internas están desafiando estos esfuerzos. Un sobrecalentamiento terminaría por revertir las tendencias de reducción de la inflación, afectando a los grupos de menores ingresos que todavía sufren los altos precios de los alimentos.

Otros riesgos del sobrecalentamiento son la creación de burbujas de activos sobre todo financieros que podrían desestabilizar al sistema y los desequilibrios en la balanza comercial y en las finanzas públicas. Un aumento rápido de la demanda interna puede llevar a un aumento de las importaciones y a un déficit comercial, especialmente con un peso sobrevaluado como el que se “presume” actualmente. Asimismo, los ingresos fiscales temporales derivados del crecimiento pueden llevar a políticas de gasto público excesivas, que si se continúa gastando improductivamente puede ser insostenible llevando a largo plazo a mayor endeudamiento y en necesidad de implementar medidas de austeridad que impacten negativamente en la sociedad.

Para evitar los riesgos de un escenario de sobrecalentamiento económico, es necesario una gestión prudente y equilibrada de este crecimiento inesperado. Los formuladores de políticas deberían considerar una combinación de políticas fiscales que promuevan la inversión en sectores que mejoren la productividad y, al mismo tiempo, aborden las limitaciones del lado de la oferta. Además, es fundamental mantener un diálogo sólido con los socios comerciales para sortear las fluctuaciones monetarias y garantizar la competitividad de las exportaciones mexicanas.

El notable crecimiento económico de México, el bajo desempleo, la apreciación del tipo de cambio y una inflación subyacente aún elevada se han combinado para crear un conjunto único de desafíos. Navegar por este panorama requiere un delicado equilibrio entre apoyar el crecimiento y mitigar posibles inestabilidades. La forma en que México maneje esta coyuntura dará forma a su trayectoria económica y marcará el rumbo para una prosperidad sostenible en los años venideros.

Presidente de Consultores Internacionales, S.C.

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