Alrededor de la gestión del agua existen muchos actores en los que recae algún grado de responsabilidad para que todos tengamos agua de calidad en nuestras casas.

La cabeza de este ecosistema es la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA), encargada de dirigir las acciones para que el agua se administre y se cuide para el futuro. En un escalón más abajo están las Comisiones Estatales de Agua, quienes regulan y administran los recursos hídricos en cada entidad. Finalmente, en otro nivel, están los Organismos Operadores (pueden ser estatales o municipales), que gestionan la operación, conservación y administración de los sistemas de agua potable, alcantarillado y saneamiento de las localidades. Dentro de este andamiaje se obedece a intereses políticos y económicos.

Es un secreto a voces la existencia de Organismos Operadores (OO) que dejan de entregar agua de calidad y de realizar acciones correctivas a su infraestructura con algún fin económico, como la venta de agua en pipas. También se ha dado el caso de estos organismos condicionan el servicio si no se vota por algún partido político. Los afectados son los miles de ciudadanos, agricultores o empresas que tienen que pagar el agua hasta 10 veces más cara.

Un ejemplo más en el que intervienen intereses políticos es cuando salen a la luz niveles altos de contaminación en lagos y lagunas, como Valle de Bravo, Zumpango, Chapala, entre otros. Si los tres órdenes de gobierno son de distinto partido político, suelen echarse la culpa mutuamente, deslindándose de su responsabilidad, para tratar de inclinar la balanza electoral. Para muestra el Valle de México. En esa zona la CONAGUA administra el Sistema Cutzamala y los planes de acción inmediata, pero la red de distribución (donde se pierde más del 50% del agua) es responsabilidad del Sistema de Aguas de la Ciudad de México (SACMEX).

Sin duda los Organismos Operadores son grandes fuentes de recaudación para estados y municipios. Eso los convierte en vehículos fáciles para el desvío de recursos para financiar campañas electorales y/u obras que, muchas veces, tienen poco que ver con el agua.

Todo esto nos da respuesta de por qué algunos países que no tienen tanta agua, como Israel o Emiratos Árabes Unidos, son capaces de ser productivos y entregar agua de calidad en las casas y en general una mejor conservación de las áreas naturales, mientras que nuestro país se enfrenta a una grave crisis hídrica que ya ha dado muestras de cómo puede afectar a grandes poblaciones, como lo que vivieron el año pasado los ciudadanos del área conurbada de Monterrey.

Debemos reformar a los Organismos Operadores para que se profesionalicen, logrando ser un verdadero motor para el desarrollo, sin tintes políticos y así garantizar un agua de calidad en todos los sectores.

El agua es un bien tan preciado que muchos pueden aprovecharlo para dirigir intereses propios o de grupos, ya sea con amenazas o manipulaciones, lo que termina afectando a los que más la necesitamos. Si no cambiamos la manera en la que gestionamos el agua, las consecuencias seguirán empeorando con el paso del tiempo. Debemos de involucrarnos cada vez más como ciudadanos y poner en la agenda política la mejora en la infraestructura y gestión del agua. Es por nosotros y por el futuro de nuestros hijos.

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