Durante muchos años tuvimos la duda de cómo el Servicio de Administración Tributaria (SAT) nos fiscalizaría con toda la información que le empezamos a proporcionar a partir de 2010 en formato electrónico. Los avances tecnológicos del SAT implementados primero en el formato de la declaración mensual y anual, luego con facturación electrónica, seguido de contabilidad electrónica, después por el CFDI de nómina.

Al parecer, la respuesta por fin llega este 2020, diez años después, con el nuevo formato de la declaración anual 2019. Un formato que recaba, cruza y se alimenta de las principales herramientas de fiscalización de la propia autoridad: Declaraciones y Pagos del SAT (Pago referenciado), Facturación electrónica (CFDIS ingresos, egresos, nómina, principalmente), SUA (BASE IMSS cuotas obrero-patronales).

El nuevo formato de la declaración da pistas a los contribuyentes de cómo piensa y actúa la autoridad y cómo esta tendencia de fiscalización basada en medios electrónicos se refuerza y se consolida como la estrategia maestra del fisco. Principalmente porque el nuevo formato nos pre llena información fiscal de pagos provisionales, cuotas obrero-patronales, ingresos, retenciones, por mencionar algunos, sin posibilidad de cambiar dichos números en formatos, sino que se debe realizar el cambio en el documento y sistema raíz de dicha información, es decir, si hay un error o una omisión en pagos provisionales, se deberá presentar una declaración complementaria de dicho periodo para realizar el ajuste en la declaración anual. Esto, como contribuyentes, nos pone en una situación de riesgo en el manejo de información, puesto que, de no declarar la información real en tiempo y forma de nuestras operaciones, tendremos problemas en el futuro, cuando queramos realizar procesos de cierre anuales tales como la declaración del ejercicio.

En virtud de lo anterior, los contribuyentes debemos administrar nuestra información y realizar nuestras operaciones de tal forma que podamos tener control y precisión de esta cuando se informa a la autoridad fiscal, en otras palabras, realizar el AMARRE FISCAL. Los nuevos mecanismos de fiscalización no permiten más errores u omisiones en nuestras declaraciones y pagos a la autoridad. Resulta conveniente entonces maximizar nuestros esfuerzos para tener una cultura de cumplimiento de impuestos efectivo, que vaya de la mano con la administración de los negocios y conformando un repositorio de información que esté disponible en todo momento.

No cumplir a tiempo, tiene cada vez consecuencias más graves. Es por eso que entre más seguros estemos de que la información reportable esté controlada con un grado de precisión de alto nivel y disponible para su consulta, menor será el riesgo de una revisión in situ, la recepción de una carta invitación o de multas y cargos innecesarios.

Presidente IMEF Nueva Generación

Google News

TEMAS RELACIONADOS