El video restaurado de 1982 muestra el explosivo combate que el luchador mexicano libró en relevos atómicos contra El Perro Aguayo, El Texano, el Signo y el Negro Navarro

Frivolidades de la red: El domingo 12 de septiembre de 1982, la máxima estrella del pancracio y figura emblemática del cine de luchadores, Rodolfo Guzmán Huerta, el popular Santo, El Enmascarado de Plata, se retiró de la lucha libre en el Toreo de Cuatro Caminos. Los boletos se fueron hasta las nubes y quienes no consiguieron se tuvieron que conformar con lo que dejaron los medios impresos y televisión de la época, hasta que en 2005 YouTube subió algunos fragmentos de su despedida.

Hace seis años, Producciones Ayala Video Filmaciones y Ring Televisión, Comunicadores por la Lucha Libre, presentaron restaurada la última función de tres de despedida, con 62 minutos (incluida una entrevista preliminar, con el plateado) donde le agradece a su público por su aguante y paciencia durante más de 40 años de carrera luchista. Las imágenes del video son, para la época, inmejorables, como el explosivo combate que libró en relevos atómicos contra El Perro Aguayo, El Texano, el Signo y el Negro Navarro, acompañado del Huracán Ramírez, Gory Guerrero (con quien conformó La Pareja Atómica) y El Solitario.

La función completa es una maravilla que reunió a la más extraña y cotizada fauna, mariachis y amigos entrañables de los encordados como la abuelita de la lucha libre, Doña Virginia Aguilera, Enrique Llanes (su hijo Javier El Gusano de Seda), Jean Safont, Dorrel Dixon, Bobby Bonales, el metalizado hijo de El Profe; Carlitos Suárez (su representante) y hombres, mujeres y niños que se querían despedir de su ídolo. Sólo faltó su compadre, Blue Demon. Sin embargo, para documentar nuestro optimismo queda el memorable número de 1989 que la revista Somos le dedico al ídolo en un especial de colección muy cotizado.

La auténtica madriza que se dieron dentro y fuera del ring fue de antología, como la carretada de trofeos y reconocimientos que se llevó el luchador a su casa de la calle de beisbol, en la colonia Country Club. Todo eran vivas y aplausos, hasta que los rudos, comandados por el Can de Nochistlán, arteramente interrumpieron el festejo a punta de trancazos y patadas. Todo perfectamente orquestado para enardecer al público, no como ahora que la lucha parece un circo de tres pistas con muchos payasos.

El Perro Aguayo enloquecido le arrancaba la tapa al Solitario, que trepaba por las gradas para ponerse otra, regresar y sangrar al Perro. También le tocó baile a Gory Guerrero, con artero sillazo. Todos se dieron hasta con la cubeta, pero también hubo sillazos y pagaron justos (como el hijo de Enrique Llanes), por pecadores, al que el Perro le dio mordidas extras en la más memorable golpiza arriba del encordado, en donde El Santo, también repartió candela y las patadas del Solitario fueron decisivas, mientras el Huracán y Gory se protegían como podían de los arteros chingadazos del bando rudo.

Ya al final del fragor de la batalla que ganaron los científicos, el Perro, con la cara sangrante, tuvo la puntada de retar al Santo y a El Solitario a un duelo por las máscaras y por poco lo linchan. Era otro México, sin empate y sin indulto, no cabe duda.

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