Facebook, YouTube, Twitter, WhatsApp, Instagram… parecerían la panacea sobre todo para grupos o bandas de rock que se inician en el largo y sinuoso camino —como dice una canción de Los Beatles— de capitalizar sus pretensiones. Sin embargo, es bien sabido que la mayoría de los roqueros mexicanos que quieren comerse su pequeño mundo musical y lo que gira alrededor, es muy raro que se arriesguen a ser parte de un booking talent, cuando es bien sabido que muchas veces —bueno, ni en defensa propia— quieren dar un disco que les sirva de promoción.

En lugar de separar algunos ejemplares de su disco físico (ese que primero venden en sus tocadas), armar un buen presskit con los generales del conjunto, tener fotografías profesionales, saber a quién tienen que entregárselos para que les echen una mano en los medios impresos (y no amparase sólo a ver si alguien, aparte de sus amigos, los ve en las redes), lo que hacen es acogerse a la enmienda de Facebook. Si alguien los ve, deben dar las gracias. Todo esto es efímero porque lo que hoy ves, mañana ya no. Así de veloces son las redes sociales, que sirven para todo, menos para manejar prensa y relaciones públicas de mexican rockers.

Hay otra calamidad más: las “agencias” de representaciones, que quieren cobrar como si nuestros pobres roqueros fueran Los Rolling Stones y los PR (principalmente las seños) independientes que manejan a los grupos como si fueran una muestra gastronómica, un festival de tequila y mezcal, una cumbre de Mole Poblano y vaya uno a saber qué cosas más, que, desde luego, cobran por adelantado. A la hora de los resultados que, mínimo deberían exigir los grupos, se vuelven expertas en hacerse las muertas.

Así se ceban en el talento nacional, que sí lo hay, pero que camina dando tumbos en unas redes sociales en donde la mayoría de las entrevistas fundamentales no las ve ni Dios. Sin embargo, como buenos aferrados al rock mexicano, donde se goza poco y se sufre demasiado, los grupos siguen mendigando oportunidades por parte de las disqueras. Estas están dispuestas sólo a sacar lo que huela a dinero, no van a perder su tiempo en grupos de rock, sino a invertir en lo que está de moda: reggaetón y banda.

La mayor cruz del calvario roquero es, por otro lado, de los que todos piden su limosna: las tocadas. Salvo dos que tres lugares por los que yo meto las manos al fuego sin guantes de asbesto (entre ellos el Foro Alicia), se les exige la venta de boletos o que se trate de una tocada gratis. En el Parque Hundido, por ejemplo, al terminar la tocada sabatina, se procede a pasar el bote.

Eso sí: la mayoría de las bandas hace aspaviento y medio al anunciar en YouTube el estreno mundial de alguna de sus rolas, a las que hay que estar muy atento, a ver si en una de esas la ven el día de la premier. Luego es muy engorroso buscarlas en redes.

pepenavar60@gmail.com

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