La maravilla del formato de audio MP3, inventado por el científico alemán Karlheinz Brandemburg, todavía forma parte del archivo personal de esos melómanos y coleccionistas que, conscientes de la pérdida de fidelidad a cambio de ganancia de espacio a la hora de la compresión, les permitía tener en un solo CD la discografía completa de un grupo o solista de su preferencia.

Ya los que llegaban a los tres o hasta 12 y más discos compactos (Beatles, Elvis, Bob Dylan, Frank Zappa, John Zorn, ZZ Top o Philip Glass, Tom Petty, más los conceptos antológicos como los nueve volúmenes de The British Invasion, el Kraut-Rock, más las antologías de Doo Wop, Blues, Rhythm&Blues, el prolífero progresivo italiano, el rock’n’roll (antes de que perdiera el roll) y sus derivados, son cosa de no creerse.

Con un estándar de sonido medianamente aceptable que se podía “mejorar”, con un buen equipo de audio, los que se conformaban con “oír bien”, estaban del otro lado a cambio de muy pocos pesos (menos de 10) por volumen, que algunos fuera de la ley no sólo lograron capitalizar sino volverse proveedores dentro de la otra ley: la de la oferta y la demanda clandestina, de los que querían tener una colección inacabable.

Las marcas no registradas como Xavier Skapunk, Neza Rock, Rock mexicano, Gladiador, Neza-Roch y muchas más se volvieron referencia inmediata para estar al día en cualquier género de rock, pop, punk, metal, new wave, glam, tecno, folk, sonidos urbanos y aleaciones.

La meca de estos discos en MP3 se encontraba en un gran espacio en la considerada calle más peligrosa de la ciudad de México: Jesús Carranza (después de las siete de la noche).

Nunca en un lugar tan grande (de casi cuatro puestos) se vieron tantos títulos.

Después del arribo del rock, también les dieron cabida a otros géneros harto vendibles como las cumbias, los manipulados por los sonideros, la furia musical grupera, el principado de El Príncipe y vaya uno a saber qué cosas más dentro de lo inconcebible, que ahí rifaba.

Los Bucs que ahí operaban eran verdaderos expertos, hasta que un aciago día el puesto cerró sin explicación alguna.

Se acabó lo que se daba, chuparon faros y nadie sabe, nadie supo qué pasó.

Algunos clientes, nada más de ver sus portadas con las casi discografías totales de tal o cual artista o concepto, todavía lloran y recuerdan a tantos que conocieron por ese formato de Dios.

Muchos de sus “lanzamientos” (todo los New York Dolls, ELP, Missing Persons, Roxy Music, los Stones, Blondie, Neil Young, Gary Numan y muchos disparos, incluidos los del indie) fueron antológicos.

Oír para creer.

pepenavar60@gmail.com

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