Que se recuerde, la primera vez que vino el pianista y compositor inglés Michael Nyman, con su banda, fue en 1997 a la Sala Nezahualcóyotl con un minimalismo a cuesta de trabajos al piano, cuartetos de cuerda, óperas y bandas sonoras, al margen de su trabajo como crítico musical.

La creación en 1976 de la Michael Nyman Band ha dado una música exquisita y atrayente y ha sido fundamental para el cine en películas de Peter Greenaway y Jane Campion, por citar dos galardonados directores.

También fue explorador de la obra del experimentalista sonoro John Cage.

Su obra dentro de una seleccionada filmografía incluye, entre otras cintas, El cocinero, el ladrón, su mujer y su amante, Carrington, Gattaca, Voraz, y Trabajo de Guerra, entre otras.

Su discografía, en Spotify, es impresionante, como su discografía en vinilo y CD.

Un mejor acercamiento a su estilo musical se encuentra en el infaltable The essential Michael Nyman band. También es famoso por otras obras que no necesariamente tienen que ver con el cine, como Noise sounds & sweets airs y trabajos con el grupo pop de The Flying Lizards.

Aparte de tener su propio sello discográfico, este septuagenario es fotógrafo y restaurador y un artista abierto a toda posibilidad creativa. En 2007 se instaló en la colonia Roma, compró una casa y presumía ser hipster y apasionado de lugares inimaginables de historia y tradición. De ahí su pasión por el viejo cine Ópera de la calle de Serapio Rendón, que pasaba buenas películas hasta que fue abandonado en 1998 y se fue deteriorando.

Por su escenario pasó hasta Peter Murphy (que convirtió su segundo piso el día del concierto, en improvisada taquería donde se despacharon grandes cantidades de los de pastor, para calmar a los darks). También, antes de que le llegara parte de la restauración propuesta por Nyman, se paró el rock progresivo británico de ELP, Bauhaus, Love and Rockets, Human Drama y hasta los Héroes del Silencio. Pero su propuesta como sala de conciertos nunca fructificó.

Nyman, que se paseaba también por el museo del Chopo, trabajó hasta donde pudo por restaurar el viejo palacio de cine, donde Denzel Washington repartió balas en el thriller Man of fire. Lo de que el Ópera fuera un proyecto de Centro Cultural, que entregó el Instituto Nacional de Bellas Artes, a pesar de la propuesta de Michael Nyman a base de videos y fotografías tratando de crear conciencia artística del lugar, se quedó en el más puro deterioro infestado por ratas y otras alimañas. Hoy sólo es un vil cascaron art decó.

Muchos grupos de rock y pop (Maná, JotDog, Disco Ruido) y otros advenedizos, lo usaron como escenario de algunos de sus videos, que sucumbieron con más pena que gloria, no así la música de Nyman, que sigue sorprendiendo por su versatilidad y finísimas texturas.

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